Se acerca la Navidad y en España es tradicional jugar a la lotería en el Sorteo de Navidad.
¿Qué es el Sorteo de Navidad?
Es un sorteo extraordinario de lotería y dado que se tiene la costumbre de compartir números entre amigos, familiares, clientes y proveedores hace que este sorteo se considere el más importante del año aunque no destaque por el importe de los premios ya que los hay mayores.
La mecánica del sorteo es simple: Dos bombos que giran; en uno están los premios y en el otro los números. Giran, giran y giran y extrayéndose uno por uno todos los premios emparejándose con los números que se han sacado a la par.
¿Qué probabilidad hay que de el gordo (el premio mayor) toque? ¿Tiene algún número concreto más posibilidades que otro en ser el agraciado?
Está claro que si compro un número, 1 entre 100.000 sería la probabilidad de que me toque. Pero sería interesante saber si un número concreto tiene más probabilidades que toque que otro. Es decir, si el 23.987 tiene más ventajas que el 14.287 para salir premiado.
Hay gente que prefiere unos a otros, que le guste que acabe en un número determinado o incluso que la combinación de cifras diga algo que le «hable» de que ese número será especial. Así, por ejemplo, los acabados en 3, 5 o 7 suelen ser más queridos que el resto. O el número acabado en 27 está teniendo más éxito que otros años por ser la edad que murió Amy Winehouse (23711). Otros prefieren la combinación de números del terremoto y tsunami de Japón (11311) otros el día que le fue dado de alta del hospital o cualquier otra combinación. Y otros, la mayoría, pilla el número que le dan en la administración de lotería.
Pero creo, que la mayoría de personas, incluso los que compran los números elegidos, creen que todos los números tienen las mismas probabilidades de ser sacados del bombo junto con el premio gordo.
¿Por qué todo este rollo en este blog contra el placebo llamado religión?
Mirad estas fotos que muestro a continuación:
Toda esta fila que aparece en estas fotografías muestra la dimensión de tal «procesión humana». Y me preguntareis qué esperaban adquirir semejante número de personas. Debo mencionar que la longitud total de tal fila era de 190 metros aproximadamente.
Cuando se mostré las fotografías a algún amigo me decía que era la cola del paro (tan tristemente frecuentes hoy en día), otro me decía que si era para adquirir algún producto novedoso y famoso y que era el primer día, otro que si era una fila de rebajas, otro que era la de algún espectáculo…
Pues no. Error. Esta fila de 190 metros en el que el último en ella debería estar esperando toda la mañana para ser atendido era para adquirir lotería para el Sorteo de Navidad. Y este es el local al que se dirige semejante fila humana.
Esta administración de lotería es el nuevo local de Doña manolita. Aquí comienza el delirio.
Las personas que no sean españolas se preguntarán si hay tan pocos locales que hace que la gente tenga que pasar la necesidad de pasar todo el día perdido para realizar esta compra… ¿cuántas administraciones existen? Miles. Además si no en todas, en la mayoría se pueden comprar los décimos por Internet ¿Pensáis que en todas y cada una de ellas existen estas filas? Evidentemente no. Aunque en estas fechas hay más afluencia de público en ellas, lo normal es encontrar este aspecto:
No os impacientéis ya viene el motivo por el que he incluido este tema en este blog. Es más, en la fila que vimos con anterioridad, apareció un vendedor de lotería recorriendo dicha cola de gente y…. este fue su éxito…..

El lotero se pasea a lo largo de la fila… ¡¡y nada!!!! A pesar de que sus números tienen tanta posibilidad de ser los afortunados que los que vende la famosa «Manolita»
Entiendo el sentimiento religioso como un placebo. Algo que hace que la gente tenga respuestas autocomplacientes de acontecimientos y sentimientos que ellos mismos no pueden controlar. El saber que existe algo grande y bueno que vela por ellos y que sólo tienen que sentirse bien con esa imagen es la sensación que, aunque sea legítima, no les da por eso la validez de la certeza. En tal caso será su certeza autocomplaciente.
Estas gentes que son capaces de «gastar» toda una mañana en conseguir un número que le sería igual de efectivo adquiriéndolo en otro lugar sin perder ese tiempo sólo por la «sensación» de que tienen más probabilidades, hace que reflexione que la religión tiene esas mismas raíces: La autocomplaciencia de que el absurdo es real. El «gastar» todo ese tiempo en la fila es como el rezar, santigüarse, peregrinar o «hablar» con ese ente.
Que es legítimo y que está en la libertad de cada uno el poderlo hacer… ¡Por supuesto!
Pero esa misma libertad es la que tengo yo para expresar lo que me parece ese comportamiento y escribirlo en este blog.
Hay una diferencia evidente entre los que están en esa fila y los que se santiguan. Los segundos profesan una religión y eso hace que influyan en la sociedad de una forma radical.
¿Por qué he de seguir aguantando que con mi dinero se subvencione cualquier tipo de religión?
