
Doctor Cabrera
El Dr. Cabrera relató que su primer encuentro con las piedras de Ica fue a los dieciséis años. Una sonda perforadora que extraía material del subsuelo en la hacienda de su padre se topó con una piedra grabada. Los trabajadores le explicaron al joven que la piedra había sido tallada por los incas, y este quedó impactado para siempre. En ellas, se podían apreciar aves, lagartos, arañas, serpientes y tortugas. A sus cuarenta dos y años, su destino quedó sellado: el doctor se volcaría en recopilar las piedras grabadas y descifraría el mensaje oculto en sus dibujos.
Con el tiempo, el Dr. Cabrera llegó a tener más de mil piedras grabadas. Para 1967, Cabrera era el director de la Casa de la Cultura de Ica y decidió exponer las piedras en esta institución. El Dr. Cabrera imaginó que las piedras atraerían la atención de los arqueólogos peruanos pero esto no ocurrió. En 1968, sucedió un episodio importante. Cabrera fue destituido del cargo de director de la Casa de la Cultura de Ica. Esto lo alarmó, pues el nuevo director ya se había opuesto a que las piedras se exhibieran y había hecho declaraciones en contra de su autenticidad.
Cabrera entró en pánico. Temiendo que se eliminara su colección, la trasladó a su domicilio. Allí, transformó lo que era su consultorio médico en lo que luego sería el Museo de las Piedras Grabadas de Ica.
Basilio Uchuya
A finales de 1970, el Dr. Cabrera entró en contacto con los hermanos Uchuya: Basilio, Jesús y Heliodoro, quienes eran huaqueros y artesanos. (Huaquero denomina al que desentierra restos arqueológicos sin permiso oficial.) El Dr. Cabrera pensó que los Uchuya podían ayudarlo en su búsqueda de piedras. Lo que no imaginó, es que los Uchuya tenían intenciones menos científicas.
El Doctor Cabrera fue comprando toda piedra grabada que se le cruzaba en el camino. Según los Uchuya, había una cantera donde se podía encontrar miles de estas piedras. En poco tiempo Cabrera llegó a tener más de cinco mil. Desde ese entonces el Dr. Cabrera fue sufriendo un paulatino cambio en su personalidad, se alejó de todos y se dedicó exclusivamente a sus piedras.
Lo que había empezado como un pasatiempo, se convirtió en una obsesión enfermiza. Nadie entendía a Cabrera. Miles de piedras ocupaban ahora los cuartos de su residencia, algunas eran del tamaño de un puño y otras el de una rueda con un peso de hasta quinientos kilos.
El Dr. Cabrera sostenía que su colección era el testimonio de una humanidad muchísimo más avanzada que la nuestra, que habitó la Tierra hace miles de años. Los dibujos de estas piedras constituían el legado escrito de esta humanidad. Cabrera bautizó a esta civilización perdida como la humanidad gliptolítica porque su legado eran los gliptolitos, las piedras.
Según Cabrera, el hombre gliptolitíco llegó a la Tierra hace millones de años para crear genéticamente a los ancestros de la especie humana, y abandonó la Tierra antes del impacto de un gran cometa, hace 65 millones de años. De acuerdo con la visión de Cabrera, la humanidad gliptolítica nos dejó su legado intelectual en las piedras grabadas, tenía una antigüedad de 405 millones de años y había convivido con los dinosaurios como mostraban algunas de las piedras. Cabrera creía que esta humanidad superior había escondido las piedras intencionalmente como soporte de su legado por su capacidad de resistencia al paso del tiempo.
Mientras Cabrera estudiaba las piedras, su obsesión lo traicionó e introdujo un elemento perturbador en su mente. El Dr. Cabrera concluyó que le faltaban piedras. El mismo lo relata en su libro El mensaje grabado de las piedras de Ica.
Dedujo que las piedras de Ica estaban organizadas en series temáticas, y que para entender el mensaje en su totalidad había que tener todos los elementos de cada serie. Había que conseguir todas las piedras grabadas existentes. Todas. La obsesión de Cabrera empeoró. Llegó a tener más de once mil piedras, y las ordenó en estantes en su casa museo, de acuerdo a la serie a la que pertenecían: astronomía, botánica, zoología, antropología, transporte, rituales, caza, pesca…
El Dr. Cabrera explica una de las piedras en las que se ve a un dinosaurio siendo cazado por un grupo de humanos:
Tal y como se ve en las múltiples escenas de cacería de estos gigantes, y basándome en estos descubrimientos, la cacería de dinosaurios no sólo fue una demostración del valor y la supremacía intelectual del hombre, sino que la realizó con fines alimenticios y hasta deportivos. Todas estas evidencias y descubrimientos nos llevan a presuponer la existencia de una cultura peruana de insospechada antigüedad, anterior a la época preincaica, confirmando la coexistencia del hombre con el dinosaurio.
Si esto suena extraño, sus afirmaciones sobre las piedras grabadas relacionadas con la medicina, son más sorprendentes aún.
Poseo series de piedras que testimonian un vasto conocimiento médico y revelan que aquella sociedad primitiva llego a encontrar soluciones a diversos problemas que aún afronta la sociedad actual en el campo de la cirugía. Técnicas usadas para anestesiar, partos en situaciones difíciles y anormales, trasplantes de órganos, cirugía facial…
Afirmaba además que esta humanidad gliptolítica había encontrado la solución al problema del rechazo de órganos, a través de la hormona anti-rechazo. El Dr. Cabrera sostenía que la serie de piedras relacionadas con la astronomía mostraban mapas de la Tierra que incluían dos continentes perdidos: la Atlántida y Lemuria.
Si el mensaje de las piedras era cierto, ¡Ica era la cuna de la humanidad!.
Las piedras de Ica se hicieron famosas
Javier Cabrera sabía que la comunidad científica no aceptaría sus teorías fácilmente. Así que entregó treinta y tres de sus piedras a un amigo para que realizara estudios sobre su origen y antigüedad. Aunque Cabrera dijo que los resultados fueron que los grabados eran muy antiguos, nunca especificó la datación exacta del laboratorio, ni mostró los resultados de los estudios.
En 1971, después del supuesto análisis de las piedras y de las sensacionales declaraciones de Cabrera a la prensa, logró su objetivo: Las piedras de Ica se convirtieron en el foco de atención de los medios de comunicación peruanos. Los titulares de algunos periódicos de la capital peruana hicieron eco de un descubrimiento fabuloso, revolucionario.
En Ica hay unas piedras raras que son un enigma.- Última Hora (2/9/71)
El secreto de las piedras de Ica” y sostenía que “aún siendo difícil admitir cosas que sobrepasan a la imaginación, esto es posible, puesto que aquí, delante de nuestros ojos, están las piedras. Se pueden fabricar una, dos, tres o cuarenta pero no 11.000 piedras.
- El Dominical (28/8/71)
En 1974, el escritor e investigador francés Robert Charroux decidió incluir a las piedras del Dr. Cabrera en su famoso libro El enigma de los Andes. Según Charroux…
Las piedras provenían, posiblemente, de uno de los santuarios secretos donde los habitantes de la Atlántida dejaron inmensos testimonios de su avanzada civilización.
Este comentario de Charroux contribuyó no sólo a la credibilidad de Cabrera frente a la comunidad científica internacional, sino que de paso, hizo que el doctor y su tesoro alcanzaran fama. Para Charroux, el hallazgo del Dr. Cabrera nos obligaba a reescribir la historia del mundo:
Hoy, 29 de abril de 1973, el doctor Cabrera ha abierto para mí el libro del pasado fantástico de los hombres. Es una revelación, un descubrimiento que influirá en mi caminar mental habitual y sin duda también en el de mis lectores. El Doctor Cabrera Darquea es no sólo el más grande descubridor del siglo, sino de todos los tiempos. Su museo de piedras y sus tesis abrirán dentro de algunos años la era del conocimiento verdadero que nos fue ocultado hasta ahora por las conjuras de mentira. Estaría orgulloso de ser su discípulo, si él lo quisiera, y desde aquí le dedico toda mi admiración y afecto.

Reina Sofia de España
En pocos meses, el Dr. Cabrera se convirtió en una celebridad a nivel mundial. Desde España, llegaron investigadores de fenómenos paranormales como Fernando Jiménez del Oso y Juan José Benítez, quienes viajaron hasta el desierto de Ica para visitar el museo, ver las piedras y entrevistar a Cabrera. De Alemania, llegó el famoso Erich Von Daniken para tomarse fotos con Cabrera y con las piedras. La actriz norteamericana, Shirley Mc Laine, interesada en temas relacionados con la nueva era, también estuvo en el museo del Dr. Cabrera. Incluso recibió la visita de la reina Silvia de Suecia y decidió regalar una de sus piedras más voluminosas a la reina de España.
Cabrera no documentó nunca la procedencia de sus piedras pues simplemente las compraba a los artesanos de la zona que eran huaqueros y no arqueólogos. En enero de 1975, la revista limeña Mundial publicó una nota sobre el Museo del Dr. Cabrera. La nota ponía en duda la autenticidad de las piedras y trataba de destruir las teorías del Cabrera sobre la humanidad gliptolítica.
Ninguna de las piedras que estudió hasta 1966 había grabados con representaciones de dinosaurios, operaciones quirúrgicas o seres que estuvieran utilizando lupas o telescopios… Absolutamente todas las piedras grabadas obtenidas entre 1962 y 1966 muestran grabados que representan motivos de la flora y fauna regional, muy parecidos y semejantes a los motivos que aparecen en la cerámica y en la textilería de la zona: Paraca, Nazca, Tiahuanaco, Ica e Inca. Estos motivos, en todos los casos, son flores, maíz, pájaros, peces y animales de la región.
Según la revista, las piedras de Ica del Dr. Cabrera eran falsas porque los artesanos de la zona las fabricaban en sus talleres. Los artesanos Basilio Uchuya e Irma Gutiérrez de Arcapana declararon para la revista, que ellos no habían encontrado ninguna piedra sino que las fabricaban artesanalmente. Basilio Uchuya fue arrestado por la policía de Perú.
En Perú, como en muchos otros países, existen leyes que protegen los monumentos arqueológicos. Retirar restos arqueológicos sin permiso de las autoridades, como supuestamente lo venían haciendo los artesanos que le vendían las piedras al Dr. Cabrera, es un delito penado con multa y/o cárcel. Basilio Uchuya declaró que empezó fabricando piedras para vendérselas a los turistas y que nunca imaginó que el asunto crecería tanto. El reportaje de la revista incluyó también una nota de puño y letra del artesano Basilio Uchuya, en la que confesaba su culpabilidad.
Yo Basilio Uchuya Mendoza reconozco que todas las piedras del doctor Javier Cabrera han sido trabajadas por mí bajo el sistema quemado de piedra luego trazada con cierra doble filo y luego bañadas con barro y después son limpiadas con un pequeño trapo y después son embetunadas, este trabajo lo vengo realizando desde hace 10 años y a la única persona que le he vendido mi trabajo es al doctor.
Para los detractores de la humanidad gliptolítica, el Dr. Javier Cabrera Darquea era un falsificador que estaba confabulado con los artesanos de la zona. Para los defensores de Cabrera, esto era una maniobra de la comunidad científica que no veía con buenos ojos la atención que Cabrera estaba recibiendo.
El problema se hizo más grave cuando en las calles de Ica empezaron a venderse por miles piedras grabadas muy parecidas a las del Dr. Cabrera. El periodista de temas paranormales, Juan José Benítez en su libro Existió Otra Humanidad, presenta su versión de los hechos. Para él, las piedras que se vendían en el mercado negro eran fabricadas por los artesanos tratando de imitar los motivos y dibujos de las que guardaba el Dr. Cabrera en su museo, que eran las auténticas.
Irma de Acarpana, al igual que Uchuya, llevaba muchos años viendo las piedras que salían del desierto. Esto podía explicar perfectamente que los motivos elegidos por ella para «grabar» la piedra depositada sobre la arena de su corral fueran parecidos —o trataran de parecerse— a los de la colección de Javier Cabrera. En realidad, el verdadero objetivo de Irma no era vender la piedra, sino «protegerse» de aquellos que realmente podían colocarla en apuros. Tito se refería, por supuesto, a los policías o arqueólogos oficiales. Aquella piedra a medio grabar era la mejor prueba de que ella «trabajaba» los cantos rodados…
Para Benítez y para quienes defienden la autenticidad de las piedras de Ica: los artesanos siempre dirán que las piedras son fabricadas por ellos mismos para evitar la pena de cárcel por retirar restos arqueológicos sin autorización del estado. Meses después del reportaje de la revista Mundial, Basilio Uchuya diría que se vio obligado a escribir la confesión que apareció en la revista. Según Basilio, el Dr. Cabrera le dijo que la única manera de evitar la pena de cárcel era confesando que él mismo fabricaba las piedras. Luego, Basilio Uchuya le contaría al periodista alemán que las piedras eran auténticas y que había declarado que eran falsas para evitar la cárcel.
Ante tanta polémica el Dr. Cabrera publicó El Mensaje de las Piedras Grabadas de Ica. Aquí presentó sus estudios, análisis y conclusiones sobre las piedras, y también se refirió a las declaraciones de los artesanos. Para Cabrera, algunas de las piedras de Ica que se vendían en la calle también eran auténticas y eran una cortina de humo para mantener en secreto el depósito de la humanidad gliptolítica. Cabrera sostiene que existe una mafia que se está enriqueciendo con la venta de estas piedras y que son ellos quienes han creado esta confusión. En su defensa, Cabrera hace hincapié en que en el reportaje de la revista Mundial, sólo aparece una piedra falsificada y que eso no es suficiente para acusar a los artesanos de fraude. Alega que si el plagio fuera real existirían más piedras y la revista Mundial habría mostrado fotografías de varias piedras falsificadas.
Para el Dr. Cabrera, querían terminar con la reputación de las piedras de Ica. Su sueño se derrumbaba. La opinión pública empezó a ver las piedras del Dr. Cabrera como un fraude más. Una de las maneras más simples de que Cabrera reivindicase el prestigio de sus piedras, era revelando el lugar de origen de las mismas. Un lugar al que se refirió de manera contradictoria en una entrevista realizada por el periodista J.J. Benítez.
Siempre que he solicitado permiso para realizar excavaciones se me ha negado. Ya sé que no soy arqueólogo. Pero, ¿es que acaso no se están concediendo esas licencias a personas que tampoco lo son? Yo he hecho un estudio. Dispongo de un plano y tengo información que me pondría en la pista de ese depósito en menos de un mes. Yo no haré público jamás dicho yacimiento arqueológico mientras no tenga la seguridad de que el Ejército lo controla y protege… yo sé que el presidente de la República, cuando sepa verdaderamente qué es lo que encierra el suelo de Ica, nos proporcionará todo su apoyo. Parte de ese túnel donde se encuentran las piedras sufrió los efectos de un movimiento sísmico y quedó inclinado. La mayor parte de las piedras que constituyen la «biblioteca» gliptolítica rodaron y ocultaron gran parte de lo que acompañaba a las piedras grabadas.
La controversia sobre las piedras de Ica empezaría a aclararse definitivamente con el trabajo de Vicente Paris.
En 1998, la revista española Año Cero envió a Vicente Paris para esclarecer la verdad sobre las piedras grabadas. El reportaje de Paris fue la estocada final a la ya desgastada reputación de las piedras del Dr. Cabrera. El reportero español entrevistó a la artesana Irma de Arcapana, quién lo llevó a la cantera de donde sacaban las piedras y confesó, una vez más, que eran los artesanos quienes fabricaban las piedras grabadas:
Todos los escombros que ves allí abajo los hemos ido echando Basilio y yo en todos estos años. De aquí han salido gran parte de las miles de piedras que hay en el museo de Cabrera y de las que se han vendido en Ica.
Irma mostró a Paris en su taller el proceso completo de fabricación de una piedra. Primero se dibujada el diseño en papel, luego se le trazaba con lápiz en la piedra y a continuación se grababa el dibujo usando un pedazo de sierra, esta primera parte del proceso no duraba más de cinco minutos. Finalmente, se sometía la piedra a un proceso de embetunado y quemado. El resultado final, según el reportero, era concluyente:
El resultado fue el esperado: un gliptolito virtualmente idéntico a los de Cabrera. Estaba claro que era posible falsificar un gran número de ellos en poco tiempo.
Por si fuera poco, Santiago Paris llevó a España varias piedras grabadas, adquiridas en Ica, con el fin de que un arqueólogo las analizara. Los análisis mostraron que había restos de papel de lija en la mayoría de las muestras. El reportaje de Paris incluyó una declaración realizada por el artesano Basilio Uchuya en la que confesaba que era el mismo Dr. Cabrera quien le entregó los diseños para las piedras. Esta declaración de Uchuya fue confirmada por Irma Aparcana, quien le relató lo siguiente al periodista Santiago Paris.
Al principio fue el propio Cabrera quien nos daba los dibujos para que se los grabásemos en piedras. Pero después, cuando vio que yo decía la verdad a la gente, dejó de darme trabajo y empezó a decir que yo estaba loca. A partir de entonces sólo encargó trabajos a Basilio.
Vicente Paris habló con el Dr. Cabrera y le pidió que le mostrase los documentos del supuesto estudio realizado por la Universidad de Bonn en el que se afirmaba que las piedras tenían miles de años de antigüedad. El Dr. Cabrera se negó. Paris le pidió una de las piedras de su museo para someterla a algunos análisis y el Dr. Cabrera se volvió a negar. Paris también le mostró el informe que mostraba los restos de papel de lija en las piedras, y el Dr. Cabrera no se inquietó y dijo que la piedra analizada era auténtica pues era similar a muchas de las que había en su museo.
Cansado del hermetismo del Dr. Cabrera y buscando corroborar sus sospechas, Paris contactó con dos argentinos que habían robado una de las piedras del museo del Dr. Cabrera para someterla a estudios de laboratorio. Según Paris, los resultados de los análisis mostraban que los grabados de la piedra habían sido realizados con instrumentos modernos. Vicente Paris nos cuenta que tuvo acceso al cuarto donde el Dr. Cabrera guardaba las piedras más insólitas. En este lugar Paris observó una piedra que representaba la «Última cena» de forma similar al cuadro de Da Vinci. Tanto la figura de Cristo como la de los apóstoles, e incluso la forma de las ventanas del fondo son una copia exacta de la obra de Leonardo da Vinci. Basilio confesó…
No representa ningún esfuerzo especial: simplemente se limitó a copiar el cuadro de la Santa Cena que adorna una pared del comedor de su casa.
Vicente Paris concluyó que Basilio Uchuya y el Dr. Cabrera eran cómplices en el engaño. Después de 1996, no se hicieron más investigaciones serias sobre el tema. El Dr. Cabrera murió en el 2001, convencido de que un grupo de mal intencionados había organizado un complot en su contra para sabotear el descubrimiento arqueológico más importante de los últimos tiempos y le haba negado la oportunidad de reescribir la historia.
Todo indica que a partir de ese encuentro entre Basilio Uchuya y el Dr. Cabrera los motivos de las piedras cambiaron radicalmente. Aparecieron los famosos dinosaurios, las operaciones, los mapas estelares, los mutantes y demás alucinaciones gliptolíticas.
¿Cómo sucedió este cambio? El cliente sabe lo que quiere. Ya se sabe que el mercado es el que determina la oferta y eso fue lo que sucedió con las piedras de Ica. Para cuando conoció a Basilio Uchuya, el Dr. Cabrera ya había tratado, sin éxito, de atraer la atención de los medios de comunicación y de la comunidad arqueológica del Perú. Sus más de mil piedras grabadas no habían sido suficiente para capturar el interés de arqueólogos e historiadores.
Para Los Divulgadores, fue el Dr. Cabrera quien, desesperado por haber sido ignorado, le pidió a Basilio que le trajera piedras con otro tipo de diseños más extraños. Lo que no sabía Cabrera es que es Basilio no iba a buscar ninguna piedra, la iba a fabricar como siempre lo había hecho.
¿Cómo explicar que las piedras grabadas con dinosaurios y humanos gliptolíticos no aparecieran hasta después de 1970? Podríamos suponer que Basilio encontró una nueva cantera de piedras justamente en los mismos años en los que conoció a Cabrera o que simplemente Basilio decidió escuchar al cliente y darle lo que buscaba.
Basilio Uchuya, su familia, la artesana Irma de Acarpana, y quién sabe con cuantos artesanos más, empezó a fabricar las piedras que el Dr. Cabrera deseaba. Como sostuvo Vicente París, en el programa Cuarto Milenio sobre las piedras de Ica, Cabrera creyendo que existía una cantera con miles de piedras le mostraba a los artesanos que tipos de diseños debían buscar. Luego, los artesanos se inspiraban en la cerámica local, en ilustraciones de periódicos o en libros escolares y creaban los diseños para Cabrera. El Dr. Cabrera recibía las piedras pensando que los artesanos las habían encontrado, siguiendo sus indicaciones sobre las figuras que debían buscar, en esa cantera con la que siempre soñó visitar. La verdad era simple y no tenía nada de extraordinaria, esas piedras habían sido fabricadas por los artesanos.
No es difícil imaginar que Basilio Uchuya se dio cuenta del interés que el Doctor Cabrera guardaba por los temas relacionados con la medicina, así nacieron piedras grabadas tan célebres como la del trasplante de órganos y la del hígado gigante.
Con el tiempo, el Dr. Cabrera se volvió adicto a la piedras grabadas. Las piedras eran su vicio, y Basilio quién le vendía su dosis semanal. Cada cierto tiempo, el artesano fue inventando nuevas representaciones para mantener interesado al Dr. Cabrera. La destreza artística de Uchuya no tenía limites: pájaros mecánicos, hombres-pájaro, hígados gigantes, mapas estelares y trasplantes de órganos.
El reportaje de Vicente París encontró rastros de lápiz gris y de lápiz de colores en los surcos de los grabados de las piedras. Basilio Uchuya cambió su versión de los hechos varias veces dependiendo de la ocasión. A la policía del Perú le dijo que él fabricaba las piedras. Luego le diría a J.J. Benítez que eso lo dijo para salvarse de las autoridades. A Von Daniken le contó que él las hacía y a un periodista alemán le dijo lo contrario. Uchuya fue capaz de olfatear lo que querían escuchar aquellos que lo interrogaban y se convirtió en un maestro en el arte de confundir.
Los artesanos usaron como inspiración las cerámicas de las culturas precolombinas de la zona. Los dinosaurios representados en las piedras son sólo los más conocidos. El Estegosaurio, el Triceratops, el Pterodáctilo y unos cuantos más. ¿Dónde están los otras trescientas especies de dinosaurios? ¿Por qué la humanidad gliptolítica sólo conocía cinco especies, justo las cinco especies más famosas que todos conocemos?
Algunos reportajes sobre las piedras de Ica sostienen que fue el mismo Dr. Cabrera quien indicaba a los artesanos lo que estos debían grabar. Basilio Uchuya le contó al arqueólogo Federico Kauffmann que
Para la temática fueron guiados por el médico iqueño que les ofreció material gráfico y de cómo por cuenta propia se inspiraban en los dibujos fantásticos de los animales prehistóricos de las tiras cómicas publicadas en diarios nacionales que aun guardaban y exhibieron al autor de la presente nota.
Irma de Acarpana y otros artesanos declararon para el reportaje de Vicente París de la revista Año Cero, que fue el Dr. Cabrera quién le entregaba los diseños a los artesanos. Aún más, en 1981, el mismo Basilio Uchuya le mostró al periodista Alex Chionetti algunos de los dibujos que el Dr. Cabrera le proporcionó como modelo para grabar las piedras.
No es muy probable que el Dr. Cabrera haya sido responsable de los arcaicos grabados de corazones e hígados que están en varias de las piedras de su colección. Cabe preguntarse, ¿qué pensaba o decía el Dr., Cabrera cuando los artesanos declaraban que era él quién les entregaba los diseños? Para el Dr. Cabrera era simple: los artesanos mentían para no tener problemas con la ley, porque si aceptaban que las piezas eran auténticas irían a prisión. No sería extraño que el mismo Dr. Cabrera haya sido quien les aconsejó a los artesanos que lo hicieran responsable de los diseños, que digan que fue él quien encargaba y decidía los dibujos. Para Cabrera, este habría sido un acto de sobrevivencia, pues estaba protegiendo a quienes le proveían regularmente de sus preciadas piedras.
Los Divulgadores creen que Cabrera cayó víctima de su locura, y vio conexiones dónde no las había. Una locura que se respira a lo largo de las páginas de su libro. Párrafos como el siguiente, en el que Cabrera argumenta que el dibujo de un animal parecido a una llama nos comunica un mensaje sobre el aumento de la temperatura en el planeta, no dejan lugar a dudas:
Una figura cuyo significado no es lo que ha simple vista representa la figura, sino algo que la trasciende; por ejemplo el dibujo de un ave es el símbolo de aparato de vuelo; la figura del alticamellus (camélido primitivo) es el símbolo de que el incremento calorífico del planeta solo permite la vida de animales resistentes a altas temperaturas; el dibujo de una pirámide es el símbolo de un complejo sistema tecnológico captador, acumulador y distribuidor de energía; la figura de la hoja puede significar energía biológica, conversión de energía fotónica en electrónica o también energía cognoscitiva (capacidad reflexiva del hombre).
Una mención especial merece una de las creaciones más enigmáticas de Basilio Uchuya: la famosa piedra de la mujer embarazada. Según Cabrera esta piedra nos muestra como se realizaba un trasplante de corazón utilizando las «hormonas antirechazo» de la sangre de la mujer embarazada. Sin comentarios…
En el año 2002, tras la muerte de Cabrera, el periodista J.J. Benitez consiguió convencer a Basilio, para que este lo llevara al lugar del que sacaba las piedras. Basilio lo llevó a la loma de un cerro, y tras buscar por unas horas, encontraron varias piedras grabadas. ¿Cómo explicar lo que sucedió?

Museo en la casa del Doctor Cabrera
Simple. Basilio vivió más de treinta años envuelto en la farsa de las piedras de Ica. Es decir, sabía lo que estaba haciendo y no era tonto. La mayoría de las piedras, tras ser fabricadas, eran ofrecidas al Dr. Cabrera. Otro grupo de piedras permanecía en la casa de Basilio, por si algún comprador interesado aparecía inesperadamente. Un tercer grupo de piedras constituía la coartada de Basilio. El artesano, quien conocía la zona al revés y al derecho, escogía con anticipación y de manera regular una serie de cerros donde enterrar sus piedras ya grabadas y quemadas. Entonces, cuando alguien le pedía a Basilio que lo llevara al lugar dónde encontraba las piedras. Este sólo tenía que escoger uno de los cerros en los que había enterrado un buen número de piedras.
Muchos defensores de las piedras de Ica usan como argumento principal la inmensa cantidad de piedras grabadas. Sostienen que es imposible que un grupo de artesanos haya grabado más de 50.000 piedras. La pregunta debería ser ¿Cómo es posible que un grupo de artesanos haya vendido más de 50.000 piezas arqueológicas que supuestamente son patrimonio del estado peruano y qué ninguno este preso?
Por si lo anterior no es concluyente. Aquí les dejo un fragmento de los cálculos realizados por el investigador Jose Antonio Caravaca.
En total entre los años 1961 y 2010 se elaboraron 60.000 piedras (49 años). De esa cifra unos 20.000 ejemplares (2.000 + 11.000 + 7.000) fueron perpetrados entre los años clave del museo 1961-1973, número a tener en cuenta ya que según todos los simpatizantes del Dr. Cabrera dicha cifra no podría haber sido realizada por los huaqueros del Ocucaje. Si calculamos el número aproximado de piedras que pudieron grabarse, de media anualmente durante esas fechas (1961-1973), obtendremos unas 1.666 rocas, entre 4 y 5 piedras diarias en 12 años. Curiosamente una cantidad que habíamos previsto previamente como numeromás que razonable de rocas que pueden realizarse en ese plazo de tiempo por una sola y única persona, aunque puede aumentarse sin problemas. Pero nuestras indagaciones matemáticas arrojan más curiosidades.
El principal problema de los estudios realizados a las piedras radica en que no se pueden someter a la prueba del carbono catorce. Si bien existen otras pruebas, la mayoría de ellas requieren un procedimiento específico de extracción de la piedra y de toma de muestras del suelo donde se encontró. A lo largo de los casi cincuenta años que comprende la historia de las piedras de Ica, se realizaron muy pocos estudios científicos sobre los grabados líticos. El Dr. Cabrera siempre se refirió al estudio realizado por la Universidad de Bonn en Alemania aunque nunca mostró los documentos.
Nada concluyente, ni antigüedad, ni ratificación de la autenticidad de las piedras. Lo único que se puede presumir del estudio es que los especialistas no detectaron ningún tipo de deterioro o erosión en los surcos, y tampoco encontraron el más mínimo signo de desgaste en las ralladuras de la piedra pese a su supuesta antigüedad. Luego, en 1976, el científico de la NASA, Joseph Blumrich contactó a Cabrera para realizar un análisis a las piedras. El resultado del estudio, que consistió en observar las piedras a través de un microscopio, señaló que algunas piedras tenían una pátina en las limaduras lo que indicaba que no eran recientes.
Lo que ni Wolf ni Blumrich sabían era que las piedras eran sometidas a un proceso de envejecimiento artificial por quemado. Como declaró Irma de Acarpana al periodista Vicente Paris, a las piedras ya grabadas se les embadurnaba con excremento de burro, se les echaba combustible y se les quemaba por varias horas. A finales de los setenta el programa de la BBC The Case of the Ancient Astronauts realizó un reportaje sobre la colección del Dr. Cabrera. La producción del programa consiguió que Cabrera les facilitara una piedra para realizar estudios sobre su posible antigüedad. Los análisis fueron realizados por el Instituto de Ciencias Geológicas de Londres. El resultado fue concluyente:
Los bordes de los grabados son rectos y relativamente limpios, lo que es prácticamente imposible que se presente en piedras que han estado enterradas o expuestas al medio ambiente durante miles de años, como se nos quiere hacer creer…se analizó la capa superficial de las piedras encontrando que fueron trabajadas después de que esta capa se formó por intemperismo, es decir, los grabados son modernos.
En el 2002, Maria del Carmen Olázar y Félix Arenas desenterraron junto con Basilio Uchuya, una piedra envuelta en un manto muy antiguo. Además, tomaron muestras de suelo del lugar donde se encontró la piedra. Los resultados indicaron que el manto había sido fabricado hacia el año 661-775 A.C.. La Datación Absoluta por Termoluminiscencia de Carbonatos de Deposición determinó que el extracto de tierra donde se halló la primera piedra tenía una antigüedad de unos 99.240 años, y el extracto de tierra del lugar donde se halló la segunda, una antigüedad de 61.196 años. Debe quedar claro, que lo que se dató fue la tierra donde se encontraron las piedras, no las piedras mismas.
Este último estudio, sólo prueba que para el año 2002, Basilio Uchuya había perfeccionado sus técnicas de enterramiento de piedras. Las piedras que J.J. Beniítez desenterró junto a Basilio Uchuya en el 2002 también fueron enviadas a varios laboratorios para tratar de determinar su antigüedad. Los estudios determinaron que la pátina que cubría las piedras era una materia orgánica que podía ser betún o el asfalto. Los análisis también indicaron que luego de remover esta sustancia de la superficie de la piedra, se podía apreciar que el color natural de la roca era el marrón. La conclusión de estos análisis fue que las piedras desenterradas por Benítez y Uchuya en el 2002 eran de fabricación moderna.
Si se puede afirmar es que existe un reducido grupo de piedras grabadas que sí son auténticas. En 1966, el arquitecto peruano Santiago Agurto Calvo encontró una piedra grabada en una tumba de la cultura Paracas. Esta piedra no medía más de siete centímetros de largo, y tenía grabada la figura de una flor estilizada. Analizando los otros objetos encontrados en la tumba, se estableció que la piedra podría haber sido grabada entre el 900 y el 1,200 d.C.
Meses después se encontró dos piedras grabadas en dos tumbas precolombinas. Una tenía grabada la figura de un pez y la otra la de una llama. Las dos piedras fueron identificadas como andesitas. Los restos arqueólogicos encontrados en la tumba permitieron a los arqueólogos calcular que las piedras podrían haber sido grabadas entre el 900 y el 1,400 d.C.
Las figuras grabadas en estas piedras no se parecen a las que encontramos en las de la colección del Dr.Cabrera. No se puede determinar con exactitud cuantas de estas piedras se encontraron y menos aún su ubicación actual. En todo caso, estas dos piedras son lo más parecido que hay de una auténtica piedra grabada de Ica.
Por si alguien aún no está convencido de que las piedras grabadas de Ica son una patraña, el último grito creativo de la humanidad glitpolítica, el secreto mejor guardado del Dr. Cabrera. Lo narra el investigador José Antonio Caravaca:
A espaldas de todo el mundo, incluso de los seguidores del museo de las piedras de Ica, el Dr. Javier Cabrera fue atesorando una colección de objetos curiosos en una habitación cerrada a cal y canto. Se trataba de una ingente cantidad de figuras de arcilla que mostraban las mismas prodigiosas escenas que caracterizaban a los famosos gliptolítos. Reunidos en estanterías, repartidos por el suelo, arrinconados a un lado y a otro se contaban miles de efigies de dinosaurios, operaciones médicas, extraños animales…Desde un principio resultaba extremadamente sospechoso que unas arcillas tan delicadas, con partes realmente delgadas y frágiles hubieran podido permanecer miles de años, cuando no millones (60 millones), bajo tierra en perfectas condiciones. Además para mayor recelo de los investigadores en los trabajos de desentierro, los huaqueros no causaban ningún desperfecto en las figuras. Pero quizás el toque de gracia a todo el asunto, fue el estudio realizado de nuevo por el eficaz investigador Vicente Paris, que demostró que Basilio Uchuya no solo era un excelente grabador de piedras, si no un versátil artesano capaz de producir esculturas de terracota en poco tiempo… El gran desliz de Uchuya, que sirvió para destapar el fraude, fue colocar las arcillas, para su secado, sobre un cartón. Las marcas del mismo quedaron impresas, como huellas paralelas, en la base de todas las terracotas. Tal fue el fracaso del nuevo impulso que el Dr. Cabrera quiso dar a la colección de piedras, que el cirujano nunca habló abiertamente del asunto.
Luego de esta larga agonía lítica, habría que contar que el investigador Erich Von Daniken robó una de las figuras de arcilla y la sometió a la prueba del carbono 14. La arcilla normalmente no se puede someter a esta prueba pero si el objeto de arcilla ha sido quemado o sometido a un proceso de cocción el carbón se puede haber integrado a la matriz de la arcilla y esto permite realizar la datación por carbono 14. Este estudio determinó que la figura de arcilla extraída por Von Daniken era de manufactura moderna puesto que tomando en cuenta el margen de error del análisis, esta no tenía más de 20 años de antigüedad.
Podemos comprender que en un inicio, Cabrera haya estado cegado por su pasión por las piedras grabadas. Sin embargo, Cabrera vivió con las piedras por muchos años, las observó en detalle, las analizó. ¿Nunca se dio cuenta del engaño? ¿ni siquiera sospechó? ¿no se percató de las torpes representaciones? ¿de la repetición sin sentido del mismo motivo en más de cien piedras? ¿de las burdas figurillas de barro?
En definitiva. Las piedras de Ica, en principio eran auténticas, pero muchas se fabricaron a medida del cliente: O para el Dr. Cabrera que deseaba diseños «llamativos» o para los turistas. Es decir, las piedras argumentadas en Alienígenas ancestrales son falsas y, lo que es peor, los autores de esa serie lo saben.
