El número 32/2010 de la revista MUY HISTORIA, se titula Mentiras y mentirosos de la Historia. En un dossier denominado 15 mentiras hay dos que voy a compartir con vosotros.
En la página 57 hay un artículo que trata sobre el Éxodo, y dice así:
La mayoría de los episodios que narra el Antiguo Testamento son ficción creada para dotar de un pasado glorioso a un pueblo, Israel, y justificar sus pretensiones sobre los territorios que ocupa. No es algo que no hagan otros nacionalismos, pero este caso es especial, porque la historia de los judíos forma parte de nuestra cultura a través de las enseñanzas de la Iglesia católica. El Éxodo, la huida de los israelitas de Egipto, es uno de los episodios más importantes de esta historia inventada. Se dedican a él cuatro de los cinco libros bíblicos básicos para Israel: el Éxodo, el Levítico, los Números y el Deuteronomio. Pero ¿ocurrió algo parecido hace 3.300 años?
Analizar históricamente la veracidad del Éxodo exige centrarse en las pruebas: los documentos y los restos materiales. Respecto a los primeros, cabría suponer que en Egipto quedara algún texto en pergamino o sobre piedra que confirmara la presencia en el país de un gran número de esclavos israelitas -en la Biblia se habla de hasta 600.000- durante 400 años. No es así. Además, el origen de Moisés -rescatado de niño de las aguas del Nilo por una hija del faraón y criado en la corte- es una copia del de Sargón de Adad (3.000 a.C.)
A la ausencia de documentos y el origen mitificado de Moisés, hay que sumar la lógica. Imagínense a una multitud de desheredados y hambrientos huyendo por el desierto del poderoso ejército egipcio, esquivando a las guarniciones del Sinaí y de Canaán y sobreviviendo décadas en un entorno hostil. No parece posible. Aun cuando admitiéramos que un grupo importante de israelitas huyera de Egipto en unas condiciones parecidas ¿dónde están los restos dejados por esa masa en su huida? Los arqueólogos no han encontrado vestigios.
No sólo es que no existe prueba alguna de la realidad histórica del Éxodo, es que no la hay del propio Moisés, ni de Abraham, Isaac, Jacob, Noé, Job… como explican los arqueólogos Israel Finkelstein y Neil Silberman en su libro La Biblia desenterrada (2001), la historia de la huida de los israelitas de Egipto es una narración mítica equiparable a la del Diluvio Universal y la del reino unificado de Israel bajo Salomón y David, quienes, sí existieron, fueron como mucho unos caudillos tribales. Y las plagas de Egipto, la apertura del mar Rojo, los encuentros de Moisés con Yahvéh…, todo forma parte de esa historia de los orígenes inventada a mayor gloria del llamado Pueblo Elegido.
En la página 58 hay otro artículo detallándola como una más de las 15 mentiras titulada La Navidad, y dice así:
Alrededor de 2.000 millones de personas celebran cada año el nacimiento de Jesús de Nazaret en la Palestina ocupada por los romanos hace dos milenios. Según los Evangelios de Mateo y Lucas, escritos entre 70 y 90 años después de los hechos, nació de madre virgen, se salvó de ser asesinado y fue adorado por peregrinos de lejanas tierras guiados por una estrella. Estos hechos se reflejan en nuestro calendario, que celebra el nacimiento del bebé (25 de diciembre), la matanza de los inocentes (28 de diciembre), la circuncisión del niño (1 de enero) y la visita de los Reyes Magos (6 de enero).
La historia de la Navidad persigue engrandecer los orígenes de Jesús de Nazaret. Para resaltar el nacimiento del hijo de un carpintero, le presentan como concebido virginalmente, como otros grandes personajes (Alejandro Magno, Augusto y Platón). Y eligen la aldea de Belén para vincular a Jesús con la profecía de Miqueas 5: 1-3 : «Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel».
La historia de los Reyes Magos, que sólo cuenta Mateo, pretende universalizar al Mesías con extranjeros entre sus primeros adoradores. Jesús trasciende así el universo judío. La entrega de presentes entronca con la tradición judía de hacer regalos a los niños después de la circuncisión. Y con la celebración de la Navidad el 25 de diciembre, decidida en 350 por el papa Julio I, la Iglesia católica se apropia de la festividad pagana romana del «nacimiento del sol invicto», Mithras, el alargamiento del día frente a la noche invernal, la victoria de la luz -Jesús- sobre las tinieblas.
La estrella que guía a los magos responde a la costumbre de incluir un fenómeno astronómico en el nacimiento o muerte de todo personaje importante (Julio César). Por tanto, no hay que forzar una explicación a al estrella de belén, como han hecho algunos astrónomos desde tiempos de Kepler, quien la relacionó con una triple conjunción de Júpiter y Saturno.
En su mezcla de hechos históricos,mitos, tradiciones y símbolos judíos. Mateo presenta a Herodes como un inútil incapaz de localizar a Jesús, que tiene que ordenar una matanza infantil -de la que no hay constancia- como hizo el faraón en tiempos de Moisés, con el propósitos de presentar a Jesús como el nuevo Moisés, el nuevo Israel, objetivo final de todo el relato.