Un clérigo saudí ha proclamado que el hacer muñecos de nieve va en contra del Islam.
Muchos hay que se han reído de ello. Incluso muchos musulmanes. Otros no, ya que son seguidores de tan «sabio» clérigo.
Si realmente se atiende al Corán y se interpreta de la forma más torticera posible pues se podría llegar a la misma conclusión que el clérigo. No olvidemos que en el Islam no hay una cabeza visible como en la religión católica, sino que hay escuelas de «sabios» que son los que marcan el camino con sus diversas interpretaciones.
Sea como fuere, este clérigo ha dicho lo que ha dicho. Y no olvidemos que tiene sus seguidores que, a la hora de ver la nieve en sus desiertos, pensarán en lo dicho por el individuo y dirán a sus niños que ni se les ocurra montar las dos, o tres, bolas y colocarlas verticalmente, poner dos piedras a modo de ojos, zanahoria o cualquier otro material simulando nariz y boca a discreción. ¡Eso niños, va contra el Corán! Eso va contra lo dicho por Alá.
No se ha tardado mucho, por parte de medios de comunicación, en hacerse eco de las palabras de dicho clérigo.
Como podéis comprender esta idea de la prohibición de hacer muñecos de nieve me parece absurda. Y lo realmente increíble es el que exista gente que le haga caso. Y puedo decir, gritar y reírme de tan disparatada idea aunque no sea musulmán o precisamente por eso. ¿Acaso no puedo burlarme de tan absurda idea? ¿En qué tengo que respetar ese sin sentido?
Si fuera Obama el que dijera eso seguro que las reacciones serían tan despiadadas contra él que ni se atrevería a aparecer de nuevo ante los medios de comunicación y enseguida aparecerían los portavoces oportunos para decir que se le han mal interpretado sus palabras.
¿Por qué, ante la misma idea, si esta idea tiene el sello de «religión» tiene que estar libre de la crítica e incluso de la mofa y escarnio público? El papa Francisco ha dicho que las ideas religiosas han de respetarse… No papa no. Si algo es ridículo es ridículo y punto. Y cada vez más el tener la religión como cobertura de ideas ridículas tiene menos razón de ser.
Tan ridículo es decir que un muñeco de nieve provoca lascivia como que el cuerpo de Jesús está en un pan, y de mala calidad. Papa Francisco, ¿qué es más respetable, no comentar nada sobre esto o escribir sobre lo absurdo de sus ideas?
El papa Francisco alzó su voz, con la suavidad que lo distingue, ante la barbarie que se está produciendo en el genérico Estado Islámico que masacra a los cristianos cuya fe malvive entre hordas fanáticas musulmanas. No por razones religiosas sino humanas –¡son personas las que son perseguidas!– nos unimos a su voz. La comunidad internacional debiera hacer algo más que lamentarse o mirar hacia otro lado.
A este propósito y en lo que hace relación a individuos físicos y creencias religiosas, habría que distinguir entre respeto y tolerancia. Y distinguir entre personas e ideologías… A las personas, todo el respeto y honor; a sus creencias, tomadas como un corpus emanado de la mente imaginativa del hombre, ninguno.
Ninguno si por respeto pretenden que no sean sometidas al juicio de la razón. De tejas abajo, nada puede o debe estar libre del poder escrutador de la razón. Las creencias religiosas, en cuanto ideas u opiniones, no merecen ningún respeto, aunque, entiéndase bien la palabra, ello no es sinónimo de carcajeo o crítica infundada, sino de escrutinio. Hacia las personas que las ostentan, la máxima tolerancia.
Los creyentes se sienten excesivamente quisquillosos y susceptibles cuando alguien “se mete” con sus creencias. Piden respeto, piden tolerancia, cortesía… No es por un principio etéreo que rija sobre todos, creyentes o no, sino porque tal fe religiosa es más vulnerable de lo que pueda parecer a las críticas. Por lo mismo exige más respeto todavía que el que pueda tener un humano respecto a otro. Lo religioso no es opinable.
La religión tiene ciertas ideas en su corpus doctrinal que ellos califican como sagradas o como lo que sea. Y así parecen decir:
- “Ésta es una idea, una verdad sobre la cual a ud. no se le permite decir nada malo. No, no se le permite”
- ¿Por qué no?
- ¡Porque no!
No hay más razones. Si alguien vota por un partido con el cual Ud no está de acuerdo, Ud tiene toda la libertad para argumentar contra él, lo quiera o no… …y nadie se siente agraviado por eso. Si piensa que los impuestos deben ser aumentados o reducidos, hay libertad para argumentarlo; pero respecto a «yo estoy obligado a no tocar ni siquiera el interruptor de la luz los sábados», habrá que respetar esa opinión sin criticarla.
¿Por qué es legítimo, aportando argumentos, discutir sobre un determinado partido o sobre tal modelo de economía o sobre Mackintosh frente a Windows pero no se puede tener una opinión respecto a cómo comenzó el Universo o quién creó el Universo? No… ¡ese es un tema sagrado! Acostumbrados como estamos a no desafiar las ideas realigiosas, cuando uno cualquiera lo hace provoca la furia de muchos.
Pues a pesar de todo, cuando esas ideas se miran bajo la luz del pensamiento, no existe ninguna razón para que no estén abiertas al debate como cualquier otra, a pesar de haber acordado socialmente un respeto a las creencias religiosas.
Hasta qué punto tendrá poder ese forzado respeto a las creencias que los argumentos más fáciles para ser objetor de conciencia en tiempo de guerra son religiosos. Si uno presenta su condición de cuáquero ante la Oficina de Reclutamiento, no tendrá problema alguno.
En cuestiones religiosas, hasta se tergiversan los términos: las facciones en lucha en Irlanda no eran de protestantes contra católicos, en los periódicos ingleses se hablaba de nacionalistas y leales; en Irak no se enfrentan chiíes contra shiíes, era una contienda intercomunitaria; en Bosnia no había guerra religiosa entre ortodoxos, católicos y musulmanes, era «limpieza étnica». Eufemismos para evitar decir «religión».
La Corte Suprema de EEUU excluyó de la obligación de no consumir drogas alucinógenas a una iglesia de Nuevo México que entiende a Dios tomando te de hoasca. Le bastó al juez que ellos crean que tal droga mejora su entendimiento. Sin embargo se negó el uso de cannabis con propósitos medicinales para aliviar los efectos de la quimioterapia.
El punto de vista de la fe religiosa, donde reside su fuerza y su gloria principal, es que no depende de la justificación racional. Cualquier otra persona deberá defender sus prejuicios con argumentos; pedirle a una persona religiosa que justifique su fe infringe la “libertad religiosa”
Lo religioso merece un respeto desmesurado. Ellos por su parte esgrimen tal respeto, en países muy sensibilizados con la religión, para reclamar libertad de expresión y lanzar a los cuatro vientos sus prejuicios, por ejemplo contra los homosexuales, contra el aborto, contra la fecundación in vitro…
Recordemos el suceso de hace años, el caso de las caricaturas de Mahoma publicadas por un periódico danés. La indignación provocada en todo el mundo partió y fue alentada por clérigos musulmanes ¡¡Que residían en Dinamarca!!. Ellos viajaron a Egipto con un dossier que fue distribuido por todo el mundo islámico. Falsearon incluso tres de las doce fotografías, con caricaturas, éstas sí, verdaderamente ofensivas.
La histeria fue general, pero una histeria provocada e inducida (ésos son los verdaderos criminales, los que soliviantan a las masas analfabetas). Manifestaciones con quema de banderas, boicot a productos daneses, petición de disculpas al gobierno, embajadas asediadas, amenazas a turistas occidentales, incendio de iglesias cristianas en Pakistán, 9 personas asesinadas en Benghasi en el ataque e incendio al consulado italiano, incendio de iglesias cristianas en Nigeria, asesinato de cristianos a machetazos, manifestaciones en Gran Bretaña con pancartas «maten a quienes insultan al Islam», «descuarticen a quienes se burlan del Islam», «Europa pagará: la demolición está en camino…»
El líder musulmán «moderado» (es un decir) Iqbal Sacranie justificó la ira porque
la persona del Profeta, la paz sea sobre él, es reverenciada tan profundamente en el mundo musulmán, con un amor y afecto que no pueden ser explicados con palabras. Va más allá del amor y afecto hacia los padres, hacia otros seres queridos, hacia los hijos. Es parte de la fe.
Quien lo entrevistó afirmó:
Si las personas desean amar a un predicador del siglo VII más que a sus propias familias, allá ellos, pero nadie más está obligado a tomar eso en serio.
La diferencia está en que no tomar eso en serio supone pagarlo con la vida. Lo sorprendente es que algunos, en Occidente, expresaran respeto y consideración por la profunda ofensa y herida que habían sufrido los musulmanes. ¿Ofensa por unas caricaturas en un periódico local del que nadie había oído hablar?
Ofender gratuitamente, no, pero ¿por qué esos privilegios desproporcionados hacia las religiones? Cualquier político es caricaturizado, cualquier idea política es puesta en entredicho, cualquier opinión se puede contradecir con otra y no pasa nada. ¿Qué tienen de especial las religiones? ¿Todavía quieren seguir manteniendo que son «la verdad»?

¡Que raro que esta vez no os hayais metido con la Iglesia Católica!……
Tomando el caso de lo dicho por ese clérigo islámico he dado una repaso a las religiones en general y, por supuesto, ha salido el papa Francisco en el articulo con sus declaraciones en las que decía que hay que respetar a las religiones porque sino estaría justificada la violencia. Se nota Jose que no lees el artículo en su totalidad.
Lógicamente la sensibilidad religiosa del creyente es bastante irracional, similar a su fe. Por qué cuando se trata de críticas externas a su comunidad no aplican lo mismo que predican cuando dicen que «Dios aborrece al pecado, no al pecador». Así mismo los librepensadores respetamos a los creyentes, pero no estamos obligados a respetar sus creencias, pues son suyas, no nuestras. No tenemos ningún compromiso en permanecer callados y neutrales ante sus ideas, sobre todo si son descabelladas (como la prohibición de hacer muñecos de nieve) o peligrosas, como la ablación del clítoris y la pederastia del clero, entre otras. Por honestidad intelectual y conciencia social, no podemos autocensurarnos y mucho menos por ideas que atentan contra valores que le ha costado tanto trabajo -y sangre- a la sociedad occidental, como la libertad de pensamiento, de conciencia y de expresión. Establecer afirmaciones intocables que nadie debe debatir ni analizar, ha sido un común denominador en los regímenes totalitarios y práctica predilecta de nefastos dictadores que desgraciadamente ocuparon el trono imperial o la silla presidencial a lo largo de la historia humana.
Por otra parte, eso de que «Dios aborrece al pecado, no al pecador» me parece una hipocresía, ya que según el cuento del Juicio Final, quien perecerá en el infierno (sea lo que sea que eso signifique) será el que cometió los pecados, no los pecados en sí. Aunque Dios aborrezca el pecado, quien pagará por ellos es el pecador que los cometió, y la débil justificación para que se conserve el carácter amoroso del Padre Celestial es que aparte de ser infinitamente bueno, es también igualmente justo.
Saludos!
Hola Norr
Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices. Pero incluso el detalle al que ha de llevar esa libertad de opinión diría que es «a distancias más cortas».
Hay muchos creyentes que sólo con decir que eres ateo ya están en guardia y no resisten ni las más mínimas preguntas de lógica. En cuanto sienten que esas preguntas no tienen una respuesta lógica ya la etiquetan de agresiva a sus creencias.
No hemos de ceder. Quiero decir que si existe un diálogo racionalizado y lógico no hemos de callar ante sus argumentos de que ello hiere sus creencias. Si se ofenden el problema es suyo, no es nuestro.
Hemos de ser activos y no pasivos. La lógica y la racionalidad es nuestro argumento de peso y no se ha de callar ante la superstición.
Saludos