Estoy harto de oír en estas fechas a religiosos y creyentes cristianos que manifiestan su alegría de celebrar estas fiestas «cristianamente» y rechazan y lamentan lo que consideran una invasión del paganismo en las fiestas de la Natividad. Pero las Navidades paganas son las originales.
Transcribo de devocionalescristianos.org unos párrafos donde se aprecia este lamento:
La palabra Navidad es procedente de la palabra «Natividad», la cual significa «Nacimiento». En otras palabras, sin importar con cuáles otras celebraciones de fin de año coincidan las Navidades, es indudable que la celebración de las Navidades alude a un «Nacimiento». ¿El nacimiento de quién? El Diccionario de la Real Academia Española, en su definición de «Navidad» nos proporciona la respuesta: «Navidad: Natividad de Nuestro Señor Jesucristo; Día en que se celebra» – Diccionario de la Real Academia Española. Espasa, España, 1996. Pág. 776.
Dicho esto, es apropiado también decir que a través del paso del tiempo se han agregado muchas costumbres tradicionales y seculares a la celebración de las Navidades. Estas adiciones socavan la celebración auténtica del nacimiento de nuestro Señor y Salvador. El materialismo que día tras día más y más rodea esta celebración obviamente nos dirigen a lo superficial, material y mundano. Durante las Navidades las tiendas reportan ventas récords de alcohol, el uso de drogas aumenta desmesuradamente y la gente parece solamente estar concentrada en la diversión.
No obstante a todo esto, los Cristianos continuamos navegando contra la corriente y continuamos uniéndonos en comunión en nuestros templos, grandes y pequeños, para celebrar el nacimiento del Señor. Pero el materialismo que nos rodea es desenfrenado y tiende a entristecernos. La gente se olvida de lo que realmente da razón a la celebración de estas fiestas. Es por esta razón que es esencial que continuemos alejados de influencias anticristianas durante este período del año cuando, sin importar que en realidad marque la fecha exacta del nacimiento de Cristo, hemos separado para recordar el nacimiento del Salvador de la humanidad. ¡Qué bueno y aliciente es saber que hace unos 2,000 años nació el Prometido! ¡Qué delicioso es saber que durante todo el año, pasamos por momentos difíciles, pero que al final del año podemos recordar que un día cualquiera – la fecha no es importante- nació el Redentor de nosotros los pecadores!.
Sé que os resultan familiares estas palabras y «lamentos». No voy a detallar ahora el que en la Navidad, incluso su fecha del 25 de Diciembre es una utilización de la Iglesia para apropiarse de festividades paganas y no al revés. Es la Iglesia la que ha invadido espacios de festividad pagana para apropiarse de estas fechas y, ahora, se lamentan que estamos perdiendo el sentido cristiano que nunca debieron tener estas fechas…
Las Saturnales eran las fiestas en honor a Saturno. Se celebraban en Roma mucho antes de la aparición del cristianismo, coincidiendo con el solsticio de invierno, duraban siete días, del 17 al 23 de diciembre. Saturno era una divinidad primitiva estrechamente ligada a la ciudad. Estaba prohibida toda actividad pública y privada. Eran días de vacaciones escolares. La gente se dedicaba a recibir y ser recibido por los amigos, todos con vestidos de fiesta, abandonando los severos ropajes que distinguían los rangos y adornaban con ramaje las puertas de las casas.
Era también el tiempo de regalos, acompañados de pequeñas dedicatorias. Existe una colección de mensajes de dos versos, un trabajo «alimenticio» del gran poeta satírico hispano-romano Marcial, que tituló Apophoreta. Como él mismo dice en la presentación, se trataba en su mayoría de «frivolidades», muchas relacionadas con juegos, figuras de cera o de barro cocido que representaban dioses, gladiadores, caballos, etcétera, que hacían las delicias de los niños. Todo esto daba lugar a una verdadera industria, cuyos productos se vendían en un concurrido mercado que se celebraba esos días en el foro. Los que más notaban este paréntesis festivo eran los esclavos. Algunos eran liberados en esos días y a todos se les trataba como libertos (se les permitía andar libremente, jugar a los dados, beber). Para escenificar esa vuelta a la primitiva igualdad, todos, desde el Emperador para abajo se ponían el gorro típico de los libertos (una especie de barretina).
La actividad principal a que se dedicaba la población, cada uno según sus posibles, era a banquetearse. Las casas permanecían abiertas no sólo para los parientes y amigos, sino también a los forasteros y a los vecinos pobres. Incluso los esclavos eran aceptados en la mesa y servidos por sus señores. Conservamos una versión muy aproximada de estas comilonas para el que el autor del Satiricón, Petronio, se inspiró sin duda en los de los Saturnales, pues no falta ninguno de esos ingredientes: excesos en el comer y beber, gorrones aceptados alegremente, esclavos invitados a la mesa y sorteo de pequeños regalos.
Gastronómicamente hablando, el plato fuerte de estas cenas era el cerdo. La de Trimalción es un buen ejemplo, pues allí se sirve de las más diversas e imaginativas formas: Un cerdo que al ser abierto salen salchichas y butifarras. Más adelante, el cocinero sorprende con una variedad de platillos que simulaban aves y pescados, pero confeccionados a base de distintas partes de un cerdo. Otro plato que no faltaba en los Saturnales era una tarta fría cubierta de miel que tenía alrededor garbanzos, altramuces y nueces. Era la torta saturnalis
Es evidente que nuestras fiestas navideñas son una «transposición» de las Saturnales romanas, eran navidades paganas. Y más hoy con la costumbre establecida de organizar justo en las mismas fechas comidas de empresa pre-navideñas en que «confraternizan» jefes y subordinados.
Así que los cristianos, que se bajen del carro. Que ellos festejen lo que quieran pero no se hagan adalid de nada porque ellos son los usurpadores.
Reivindico Navidades paganas para que no se quejen tanto.
