Suelo tener en el blog comentarios de creyentes que me dicen algo así como:
«La ÚNICA y religión verdadera es …… (la suya, por supuesto)»
Pero nos encontramos que:
- Afirman igualmente los musulmanes que no hay más dios que Alá.
- Afirman los krisnaítas que el más digno de nuestra adoración es el dios Krisná.
- Son contundentes los sintoístas de que se ha de reverenciar a la diosa Amaterasu.
- Aseguran los shivaistas que Shivá es el dios más importante.
- Categorizan los cristianos unitarios que la razón está de su lado negando la Trinidad católica.
- Los luteranos confirman que los papas católicos no son representantes de nada.
- Los rastafari evidencian que Haile Selassie es un enviado divino.
- Aseguran los bahaístas que Bahaulá es el último de los mesías.
- Para los antiguos egipcios Osiris resucitó al tercer día después de muerto (¡Me suena esta historia!).
- Confirmaron los antiguos griegos que Afrodita era la más bella de las diosas.
- Y los celtas decían que Balar contaba con un ojo en la frente y otro en la parte posterior de la cabeza…
Hay tantos dioses verdaderos como como setas en el campo.
Si existiera algún Dios no haría falta pedir pruebas de su existencia. ¿Por qué, si realmente existen, les gustan tanto jugar al escondite?. Es curioso comprobar que, de los miles de dioses que se desenvuelven por el mundo, precisamente, el verdadero ¡qué casualidad! es el dios de nuestra familia y nuestro entorno el único y verdadero. ¡Qué maravillosa coincidencia y qué gran suerte! Siempre gusta saber que uno está en el lugar y el momento adecuado y está en el equipo de los ganadores.
Afortunadamente no tengo una religión verdadera
Como ateo opino que todos los humanos somos ateos, en mayor o menor medida. Algunos lo somos de todos los dioses, vírgenes, profetas y santos, mientras que otros lo son de todos menos de unos pocos: los que les calzaron en sus mentes siendo niños, variables según el rincón del mundo, la familia y la época en la que nacieran.
La religión de mi infancia fue el catolicismo. Pero, en mi caso, cuando me hacían estudiar el Catecismo me di cuenta de que si existe un díos no sería el que me enseñaban con normas y rezos predeterminados. Razoné que si los dioses de otros lugares y otras épocas eran simples mitosmuy posiblemente el que me «hacían comer» también lo era.
De la misma manera que mantengo que no existe el dios o los dioses a los que adora una religión dada, opino que también son imaginarios los dioses a los que adoran las otras… No es personal, lo que importan son los actos, mucho más que las creencias. Quiero, de nuevo, aclarar que respeto el derecho de cada cual a conformarse con el placebo que se administran y mi admiración por los que, en nombre de ello, realizan buenas acciones en nombre de esos dioses.
¿Por qué esa insistencia mía en difundir la opinión de que todos los dioses son imaginarios? «Déjenos usted en paz, a cada uno con nuestras creencias», suelen decirme un cristiano, un mahometano, un animista, un adorador de Baco, un seguidor de la iglesia Elvis-sigue-vivo…
¿Por qué mi insistencia?
- En primer lugar, porque no quiero desaprovechar mi condición de favorecido por el azar. En buena parte del mundo aún hoy me matarían por escribir las cosas que escribo. Y lo mismo me habría ocurrido de haber nacido yo aquí mismo unos siglos antes. Algunas religiones aparecen con cara amable tolerando que los ateos hablemos. Así que hago uso de mi situación privilegiada.
- En segundo lugar, creo que, en honor a las tantísimas personas que sufren hoy en el mundo la opresión de los fanatismos religiosos, los ateos que contamos con la suerte y la libertad de proclamarnos tales no tenemos derecho – no sería moral – a mirar para otro lado. Como a Sócrates, me gusta pensar que «soy un ciudadano, no de Atenas o de Grecia, sino del mundo». No creo que sea ni bueno ni ético obviar cómo se comportan los religiosos exaltados cuando se sienten fuertes.
- En tercer lugar, desearía que futuras generaciones disfrutarán de un mundo mejor si el laicismo consigue ser moneda de uso corriente y en cuantos más países mejor. En Laicismo como solución traté sobre ello así que no me repetiré en exceso. Sólo quiero insistir en que el laicismo sirve para la convivencia pacífica de los creyentes de todas las religiones entre sí y con los que no siguen ninguna.
