No sé si conoceréis el caso de Henrietta Lancks en cuanto a considerarse la mujer más rentable para la industria farmacéutica gracias al aprovechamiento de sus células cancerígenas. Es curiosa su historia y os invito a leerla. Pero lo que no cabe duda es que el ser vivo más rentable de la industria farmacéutica mundial, ya sea científica o complementaria, es el pato común o pato de Berbería. Solo se necesita uno para tratar de la gripe a toda la población del planeta durante los próximos 10330 años. Y, si tenemos en cuenta que el universo tiene una edad de 1010 años, podemos afirmar que un único ejemplar de Cairina moschata sirve para que la humanidad pueda combatir la gripe para toda la eternidad. Es más, sólo necesitaríamos el corazón y el hígado del pato.
La receta es simple
En un recipiente de un litro que contenga jugo pancreático y glucosa, metemos 35 g. de hígado y 15 g. de corazón de pato. Pasado mes y medio, las dos porciones se habrán disuelto por acción de las enzimas del páncreas. Así tenemos lo que recibe el hombre de tintura madre, uno de los tres elementos básicos de la fórmula contra la gripe.
Ahora necesitamos una botella de un litro, una pipeta y agua. De la tintura madre cogemos con la pipeta 10 ml, los echamos en la botella y la acabamos de rellenar con agua. La agitamos dinámicamente. Esto se llama sucusión, un proceso que, según los homeópatas, produce una resonancia en la disolución que transmite sus características curativas a todas las moléculas contenidas en el recipiente. El número de veces a agitar no está bien definido, pero se acepta que con 100 agitaciones es suficiente.
Como estamos siguiendo el método korsakoviano podemos ahorrar mucho dinero en botellas. Si siguiéramos el método clásico, deberíamos usar una nueva para cada paso del proceso, pero en el nuestro podemos utilizar siempre la misma: lo único que debemos hacer es tirar el contenido una vez usado. Antes, extraemos de la mezcla dinamizada otros 10 ml, tiramos el resto, vertimos el contenido de nuevo en la botella y la llenamos otra vez con agua. Agitamos la solución, y empezamos de nuevo. Así, hasta 200 veces. Así, habremos creado, según los principios homeopáticos, un potentísimo medicamento.
¿Queda algo de la tintura madre original en la disolución nº 200? Nada. Para encontrar una sola molécula del hígado de pato debemos recoger 10400 moléculas de agua. Tened en cuenta que en todo el cosmos existe tan solo 1080 protones, electrones y neutrones. Dicho de otra manera, hay que tomar 100 quintillones de quintillones de quintillones de quintillones de quintillones de quintillones de quintillones de quintillones de quintillones de quintillones de quintillones de quintillones de quintillones de litros de agua para encontrar una millonésima de gramo de hígado de pato.
Para terminar esto, solo hemos de remojar en esa agua un anisete hecho de 0,85 g. de glucosa y 0,15 g. de lactosa.
Ya está listo para la venta el Oscillococcinum, un tratamiento homeopático contra la gripe. Ya que una caja con seis dosis -seis patillas de un gramo- viene a costar 6,50€, el negocio farmacéutico es redondo, con una ganancia mínima del 80% sobre el precio de venta y sin más inversión que la contratación de un operario, no necesariamente cualificado, capaz de agitar y pipetear.
El inicio de la homeopatía
¿Cómo es posible que tomando agua o glucosa se cure una enfermedad? No hay respuesta. Ni tan siquiera la dio su creador, el médico alemán Samuel Hahnemann cuando publicó su primer gran tratado médico titulado Organon der rationellen Heilkunde -Organon del arte de curar-. En él se sentaban las bases de lo que llamó homöopathie, del griego homoios -similar- y phathos -sufrimiento-.
En la década de 1780 se empezaron a cuestionar las agresivas prácticas médicas de su época, marcadas por las sangrías, que mataban más que sanaban. Fue lo que le pasó al emperador Leopoldo de Habsburgo-Lorena en 1792: sus médicos le sangraron cuatro veces en las 24 horas previas a su muerte. Para Hahnemann, un hombre inteligente, sensible e íntegro, el emperador no necesitaba semejante escabechina para tratar su fiebre alta y el abdomen inflamado. No es de extrañar que, en 1790, se alejara de las prácticas médicas tradicionales y empezara a explotar por su cuenta. Al ingerir quinina observó que le provocaba los síntomas asociados a la malaria. Hoy sabemos que no pudo ser así. En 1991, el farmacólogo W.H. Hopff repitió este ensayo usando a sus estudiantes como conejillos de Indias y no encontró diferencia alguna entre los que tomaron el extracto y los que ingirieron un placebo.
Sin embargo, basándose en este experimento erróneo, Hahnemann enunció el primero de los dos principios básicos en los que se basa la homeopatía:
- La ley de la similitud. Según ella, si una sustancia provoca los mismos síntomas en un individuo sano que en una enfermedad, eso significa que es el medicamento adecuado para tratar dicha dolencia.
- La ley de los infinitésimos. Cuanto más diluido estuviera el remedio, mayor era su efecto curativo.
Desde hace más de doscientos años, estos dos principios forman parte del dogma homeopático a pesar de que no hay confirmación experimental y de que contradicen todo lo que se conoce sobre medicina, química y física.
y sus escritos son tratados con reverencia religiosa por la mayoría de los homeópatas.
- Jay W. Shelton, autor de Homeopathy: How it really works
Pero las investigaciones científicas no han hecho mella en los principios hahemanianos. Entre los principales problemas con los que se enfrenta una práctica médica que no ha cambiado nada en dos siglos ni se ha adaptado a los nuevos descubrimientos científicos se encuentra el que no ataca al virus responsable de la enfermedad, sino buscar uno que produzca los mismo síntomas: fiebre, tos, problema respiratorios… O lo que es lo mismo, que enfermedades con síntomas similares o idénticos deben ser tratados con la misma medicación, con independencia de que su causa sea un virus, una bacteria o un problema genético.
No existen cuadro específicos y universales de una enfermedad, sino que los síntomas son únicos en cada paciente. Esta individualización extrema tiene como consecuencia que los síntomas comunes en muchas dolencias carezcan de importancia.
- Víctor Sanz, autor de La homeopatía, ¡vaya timo!
Esta postura da pie al conocido adagio homeopático
En este sentido, para muchos, no hay duda de que estamos ante una versión médica moderna de lo que el antropólogo James George Frazer definió en su obra La rama dorada como magia simpática. Esta tiene dos principios básicos:
- La magia imitativa. Lo similar produce lo similar, o que el efecto se parece a la causa.
- La magia contagiosa. Las cosas que han estado en contacto lo siguen estando a pesar de que entre ellas hay una gran distancia.
Es fácil identificar la ley de la similitud homeopática con la magia imitativa, y la ley de los infinitésimos con la contagiosa.
La ley de los infinitésimos es crucial, aunque sus defensores han sido incapaces de dar una explicación satisfactoria a lo que es la paradoja homeopática. ¿Cómo es posible que un vaso que solo contiene agua tenga un efecto medicinal? La única explicación que ofrecen los teóricos de la homeopatía es que el agua -o el azúcar o el alcohol, según sea el excipiente- guarda memoria (Este principio defiende que, aunque una sustancia esté tan diluida que el agua no contiene ya ninguna molécula de ella, sus propiedades quedan almacenadas en las moléculas de agua con las que contactó.) de su interacción con el principio activo homeopático. Tal explicación, además de contradecir todo lo que se conoce sobre estructura molecular, se encuentra con muchos inconvenientes. El principal es que esa supuesta memoria es, además de misteriosa, selectiva, pues el agua solo recuerda la sustancia homeopática y ninguna otra. Eso sin olvidar el que ninguno de los excipientes utilizados son puros al 100%, sino que contiene trazas de otras sustancias que también son dinamizadas. ¿Por qué no aportan también sus características al preparado homeopático?
A pesar de todas estas objeciones la homeopatía funciona pues sus usuarios se sienten mejor. Ahora bien, ¿esto prueba de que los remedios ultradiluídos son los causantes? No, pues esa mejoría puede responder a otras causas. La única manera de encontrar una relación causa-efecto directa es haciendo uso de las premisas básicas de la investigación médica moderna, basada en las pruebas. Aquí es donde discrepa la mayoría de los homeópatas con la corriente científica moderna. Les basta con decir que a sus pacientes les funciona, y suelen aportar como pruebas una colección de historiales clínicos de su consulta. Sin embargo, las anécdotas y los testimonios son el principio de una investigación científica, no el final. Para probar que una terapia funciona, se deben realizar ensayos aleatorios controlados. Y es aquí donde la defensa homeopática se deshincha, pues adolece de estudios clínicos de calidad que permitan aclarar su eficacia.
Cuando se han sometido a análisis los mejores estudios homeopáticos, las conclusiones siempre han sido similares a las que llegó el Ministerio de Sanidad en 2011. En el caso de la homeopatía, concluía que «no se ha probado definitivamente su eficacia en ninguna indicación o situación clínica concreta, y los resultados de los ensayos clínicos disponibles son muy contradictorios». Sin embargo, a la Organización Médica Oficial Colegial no le debe de importar mucho que los estudios clínicos sean contradictorios ni que su validez como terapia esté puesta en tela de juicio, pues la reconoció como un acto médico en 2009. Un conclusión por completo diferente a la que llegó un año más tarde el Comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Comunes del Reino Unido, que recomendaba al Servicio Nacional de Salud «dejar de financiarla». Por su parte, la Asociación Médica Británica afirmó ese mismo año que esta práctica debía ser excluida del sistema de la seguridad social.
Otros países, como Alemania o Francia, aceptan su uso en las condiciones marcadas por la Unión Europea y subvencionan parte de los tratamientos. En España, al menos, diecinueve colegios de médicos poseen secciones o comisiones dedicadas a la homeopatía. Entre ellos, los de Sevilla, Málaga, Barcelona, Tarragona, Lérida, Gerona, Madrid, Valencia, Castellón y Guipúzcoa.
De todos modos, la legislación comunitaria es en extremo laxa con este tipo de productos. El profesor emérito de la Universidad Libre de Bruselas Wim Betz apunta a una posible razón: el poder del lobby homeopático, entre cuyas organizaciones más potentes se encuentra la Coalición Europea de Productos Medicinales Homeopáticos y Antroposóficos (ECHAMP). Esta entidad farmacéutica se ha plantado como objetivo de actuación convencer a los ciudadanos europeos de que la homeopatía no puede ser científicamente medida y comprobada. Sorprendente.
Los homeópatas saben que sus preparados no pasan los estrictos controles a los que se somete todo medicamento, así que su lobby presionó con fuerza en Bruselas hasta conseguir modificar la ley en su propio beneficio. Así, cuando cualquier ciudadano europeo compra un producto homeopático en la farmacia, está adquiriendo algo que no ha pasado los mismos controles clínicos que la aspirina o el paracetamol, sino similares a los de las leches infantiles. Para sorpresa del mundo científico, la ley permite que cualquiera pueda lanzar al mercado uno de estos preparados, sin tener que demostrar su eficacia. Lo único que exige la normativa europea es que sea inocuo. Curiosa manera de proteger la salud del ciudadano.
Por otra parte, si hay una constante en la investigación homeopática durante todo el siglo XX es la escasa calidad científica de su ensayos clínicos. Pero lo que más interesa son los llamados meta-análisis, que revisan y valoran los diferentes estudios clínicos llevados a cabo hasta la fecha. Los homeópatas suelen señalar como prueba de la validez de su práctica el publicado en septiembre de 1997 en la revista The Lancet. El resultado apoyaba la idea de que la eficacia de esta terapia estaba por encima del placebo. Sin embargo, fue muy criticado por incluir, en su estudio de 89 ensayos, 68 que no puntuaban por encima de 3 en la llamada escala utilizada para describir la calidad de un experimento. Hubo en 1999 otro informe, que los defensores de esta terapia no suelen citar, donde reconocían que «los estudios con mejor metodología tienden a producir resultados menos positivos [para la homeopatía]».
Un interesante trabajo realizado por la Universidad de Berna, en Suiza, comparó todos los estudios efectuados hasta 2003 y encontró que, de los ocho ensayos clínicos que tenían la calidad adecuada -muy pocos en doscientos años de historia-, la homeopatía era «muy marginalmente más efectiva que el placebo». ¿Basta esta pequeña diferencia para asegurar que es efectiva? Para responder a esta pregunta, se cotejó sus resultados con otro meta-análisis llevado a cabo con medicamentos convencionales. La diferencia fue contundente: el beneficio promedio de los medicamentos convencionales estaba a años luz del de los homeopáticos.
Esta es la diferencia entre la pseudomedicina y la verdadera medicina.- Simon Singh

Estimados amigos:
Soy escéptico pero no estúpido y por lo tanto no creo en nada hasta confirmarlo.
Yo curé a mi hijo de Autismo. Sin ninguna esperanza de recuperación ni tratamiento oficial. Aunado al hecho de que no estaba dispuesto a correr mas riesgos, no tuve mas alternativa que aprender de medicina lo suficiente para recuperar a mi hijo.
He usado medicina ortomolecular, homotoxicología, vitaminas, minerales, probióticos, prebióticos, enzimas, plantas y dieta con notables mejorías, pero lo que definitiva y finalmente le ha devuelto su salud y la alegría de vivir es decir su fuerza vital ha sido la homeopatía.
Vamos a estar claros: «Medicina es todo lo que cura».
No podemos ser tan limitados de creer que siempre vamos a tener la razón, a pesar de que nuestra lógica refuerce nuestros prejuicios y nos permita equivocarnos con total confianza.
La inteligencia debe ceder ante la realidad.
Nadie tiene derecho de juzgar lo que no es capaz de entender.
Soy ingeniero y al igual que la mayoría de ustedes no comprendía como algo aparentemente vacío o nulo (placebo) podría ser tan efectivo.
La homeopatía si funciona, y funciona muy bien, es realmente la mejor de las medicinas.
La homeopatía a diferencia, no es ni química ni orgánica, por eso no necesita «sustancia», la homeopatía actúa a nivel neuronal, modulando la actividad biológica y por eso es tan efectiva.
No hay que dejarse timar. No todos los que dicen ser homeópatas lo son, así como tampoco todo lo que venden como homeopático lo es. Como en todo, así como existen pocos buenos médicos, así también existen pocos buenos homeópatas.
Gracias por sus amables comentarios.
Eduardo Acosta Olazábal
«La sabiduría surge del verdadero conocimiento, que consiste en descubrir la magnitud de nuestra propia ignorancia». (Confucio)
«Great spirits have always found violent opposition from mediocrities. The latter cannot understand it when a man does not thoughtlessly submit to hereditary prejudices but honestly and courageously uses his intelligence.» (Einstein)
Hola Eduardo
Gracias por exponer tu punto de vista.
Si tu hijo mejora y crees que es por la homeopatía. Adelante.
Hay gente que reza y asegura que se cumplen sus oraciones. Indudablemente el placebo es poderoso.
Yo no digo que la medicina convencional sea la panacea. Los hay que tras tratamientos que no han dado buenos resultados van a sanadores que imponen sus manos magnéticas y curan lo incurable.
Hoy precisamente han jugado el Sevilla y el Benfica. Ha perdido el Benfica… ¿Habrán perdido debido a la maldición de Bela Guttman? Es evidente que han perdido y que continúan sin ganar desde la famosa maldición. ¿Será por la maldición? Algo así propones. Si tu hijo mejora seguro que es por la homeopatía y no hay ningún otro factor…
Veo que incluso has adquirido el lenguaje homeopático.
Pues nada Eduardo, sigue dando el tratamiento homeopático que cura el autismo, pero te sugiero que estés atento a otros factores que, quizás, hayan podido ser los verdaderos protagonistas de la recuperación.
¿Te suena el Bio-Bac? Había enfermos que aseguraban que les beneficiaba…
Y para acabar mi respuesta me viene muy bien los mismos ejemplos que nos has proporcionado.
Saludos
“La sabiduría surge del verdadero conocimiento, que consiste en descubrir la magnitud de nuestra propia ignorancia”. (Confucio)
“Great spirits have always found violent opposition from mediocrities. The latter cannot understand it when a man does not thoughtlessly submit to hereditary prejudices but honestly and courageously uses his intelligence.” (Einstein)