Las cosas son o no son, es decir, si los hechos sobre los que se discrepa ocurrieron, ocurren u ocurrirán.
- Controversia: La CIA intervino en el asesinato de Kennedy / No intervino.
- Cuestión: ¿Intervino la CIA en el asesinato de Kennedy?
Al no ser que los hechos sean evidentes, nos apoyamos en conjeturas, es decir, en juicios probables basados en indicios.
– Lázaro, engañado me has. Juraré yo a Dios que has tú comido las uvas de tres a tres.
– No comí, dije yo; mas ¿por qué sospecháis eso?
– ¿Sabes en qué veo que las comiste tres a tres? En que comía yo dos a dos y callabas
Toda conjetura trata sobre un hecho o una intención, es decir, sobre si es o no cierto que se produjo el hecho o existió la intención.
1. Los hechos y sus circunstancias
Seis honrados servidores me enseñaron cuanto sé; Sus nombres son cómo, cuándo, dónde, qué, quién y por qué
- Kipling
La gente normal no discute si un gobierno indefinido negocia con terroristas en general, o si será posible pagar no se sabe qué pensiones. Juzgamos unos hechos determinados:
- ¿Ha negociado el gobierno de Irlanda con los terroristas del IRA en 1998?
- ¿Será posible pagar las pensiones de jubilación en el año 2040?
Aunque los hechos en sí sean indiscutibles —ha aparecido un cadáver, se ha estrellado un avión— queremos saber cómo han ocurrido.
- ¿Cuál ha sido la causa?
- ¿Quién ha intervenido?
- ¿Por qué lo ha hecho?
- ¿Cuándo, dónde, con qué medios?
Necesitamos detalles, lugar, tiempo, modo y causa, sin las cuales nos sentimos incapacitados para conjeturar.
Cada una de las preguntas que reclaman información circunstancial: quién, cuándo, dónde, cómo, con qué medios y por qué, puede suscitar una cuestión. Se puede estar de acuerdo en los hechos (es cierto que la cosa ocurrió, o que pudo ocurrir), pero no en las circunstancias (no es cierto que ocurriera como se dice: no es cierto que fuera en Junio, no es cierto que se tratara en el Consejo de Ministros, no es cierto que el presidente estuviera informado). Sin salir de las causas, caben diversas discrepancias: fue un movimiento de tierras, un error de la contrata, etc. De manera que, con frecuencia, es preciso plantear diversas cuestiones sucesivamente, según cuál sea el o los puntos de discrepancia.
Lo que se presenta a juicio no es si Clodio fue muerto (algo que nosotros reconocemos; hay constancia de que se realizó una emboscada). Lo que no está claro es por parte de quién se realizó esa emboscada. Esto es lo que estamos discutiendo y no el hecho mismo.
- Cicerón
2. Los criterios de conjetura
Sea cual fuere la conjetura que realicemos, los asideros de nuestro razonamiento son:
- Que existan indicios o motivos.
- Que los hechos parezcan no sólo posibles sino muy probables.
Cuando algo es posible, disponemos de indicios y descubrimos motivos, podemos sostener que probablemente ocurrió. Vamos a verlo en detalle:
Volvamos al Lazarillo de Tormes y las uvas de la discordia. ¿En qué se apoyaba la conjetura del ciego?: En el motivo (el beneficio), en que existía una posibilidad amparada por la ceguera, en un indicio clamoroso (tú callabas) y en su propia experiencia sobre lo probable y lo habitual. Por eso su interpretación resulta verosímil.
No hay que asombrarse de que falsificara el documento, no sólo porque muchas veces ya han ocurrido cosas así, sino porque algunos de los que tratan con él han hecho cosas mucho peores que éstas.
- Isócrates
Indicio es todo hecho conocido que sugiere la existencia de otro no conocido: Si veo humo supongo que hay fuego; si una mujer amamanta a un niño entendemos que no es virgen. - Macbeth Se fundamenta en las relaciones que nuestra experiencia pueda establecer entre dos hechos. A saber: El valor de un indicio depende de la fuerza con que percibamos esa relación. Es grande cuando la asociación parece constante e infalible, es decir, necesaria, como la que existe entre el humo y el fuego. En este caso el indicio equivale a una prueba y basta uno solo para establecer la conclusión. Este tipo de relación necesaria se da entre causa y efecto, principio y consecuencia, signo y significado, todos los cuales producen certeza: no había llovido porque el suelo estaba seco. Lo habitual es que, al ser equívocos los indicios disponibles, no nos baste con uno. Necesitaremos una suma de ellos para que la idea que sugieren resulte convincente. Si veo o a un señor bajito paseando solitario por el Retiro puedo pensar que se trata de mi tío Jacinto. Es una probabilidad. Si además lleva barba, boina, abrigo y ha salido de un portal de la calle Alfonso XII, las probabilidades se suman y mi convicción se ve mucho más reforzada. - El Quijote Por supuesto que a través de una suma de indicios no puedo alcanzar ninguna certeza. Toda presunción basada en indicios equívocos puede ser errónea. No había pruebas, solo destellos que podían significar algo o no significar nada. - Orwell, 1984 Cuanto mayor sea el número de indicios que sugieren lo mismo, tanto más fácilmente surgirá la convicción. Señor, fue tan deprisa y la persona iba tan encorvada, que no me atrevería a jurarlo. Pero si usted se refiere a Mr Hyde, pues bien: Sí ¡creo que era él! Oiga usted: parecía tener la misma estatura y la misma ligereza, y además, ¿quién que no fuese él pudiera haber entrado por la puerta del laboratorio? - Poole ¿Por ventura aquel hombre hubiera cometido el homicidio sin alguna causa, y deleitándose solamente en el homicidio mismo? ¿Quién lo había de creer? (…) Aun el mismo Catilina no amaba sus atrocidades por sí mismas, sino que amaba otras cosas, y para conseguir éstas ejecutaba aquéllas. - San Agustín Un motivo es una forma de causa: la que nos empuja a la acción. No me faltan motivos para hablar en favor de Nicias: ocurre que es amigo mío, que se encuentra en apuros, que es víctima de una injusticia y que no sabe de oratoria. - Isócrates Básicamente hacemos las cosas para obtener un bien o evitar un mal. Como con frecuencia ocurre que no se alcanza el fin que se pretendía, juzgamos los motivos no por el resultado obtenido sino por las expectativas de ventaja o perjuicio: Un jugador de bolsa no necesita más que la sombra de una sospecha para atemorizarse. Igualmente consideramos beneficiosa la elección de un mal si es menor que otro. ¿De qué modo puede probarse que fue Clodio quién preparó una emboscada a Milón? Sin duda es suficiente con mostrar que en aquel monstruo tan audaz y criminal hubo un motivo importante, una gran esperanza puesta en la marcha de Milón y numerosas ventajas. Valga en personajes como éstos aquel dicho de Casiano «cui bono?«. - Cicerón Utilizamos comúnmente la expresión imposible en las siguientes situaciones: No puede ser eso respondió Sancho, porque si fueran ladrones, no se dejaran aquí este dinero. Que ande la bella casada Si trasladamos lo dicho a un debate real, quien pretenda sostener que un hecho dudoso es cierto, alegará: Por el contrario, quien desee negar la existencia de un hecho, aducirá: Yo os demostraré que no dice la verdad por medio de dos argumentos, a saber: que, ni si hubiese querido, habría podido, ni, si hubiese podido, habría querido acometer tales acciones. - Gorgias Como regla general, se puede establecer el siguiente orden en las posiciones defensivas: Mirad, aunque convencido - Calderón La verosimilitud y su contraria se aplican tanto a los hechos como a sus circunstancias: la persona, el lugar, el tiempo, el modo, la causa. De todos ellos se puede argumentar sobre lo posible, los indicios y, en el caso de las personas, sobre los motivos: es imposible que ocurriera el Jueves; no pudo ser por la noche; Fulano carecía de motivos;… etc. Si no quiso darle muerte [cuando hubiera contado] con el beneplácito de todo el mundo, ¿pensaremos que quiso hacerlo con la desaprobación de algunas personas? Si no se atrevió a matar cuando la legalidad, el lugar, las circunstancias y la impunidad le favorecían ¿pensaremos que no dudó en hacerlo con deshonor, en un lugar y circunstancias desfavorables y con riesgo de la propia vida? - Cicerón Tanto quien sostiene un hecho como quien lo niega, completa su argumentación con la hipótesis contraria: es verosímil lo que afirmo y es absurdo lo contrario. Para ello se recurre a una suposición: ¿Qué hubiera ocurrido si fuera cierto lo que se afirma? Si no se dan las consecuencias previsibles, parece razonable rechazar la hipótesis. Mientras no esté resuelta esta cuestión, mientras no aceptemos que las cosas han ocurrido u ocurren y que lo hacen de ésta o de aquélla manera, será prematura cualquier consideración sobre el nombre o la evaluación de las mismas. No es posible discutir con sentido la valoración de algo cuya existencia no está razonablemente admitida. Nos hemos limitado a debates sobre el pasado para no complicar la exposición. La argumentación es la misma cuando se conjetura el futuro, como veremos con más detalle en el capítulo sobre la deliberación. Aquí tenemos un fragmento del Discurso de Palamedes. Su enemistad con Ulises venía de antiguo, de cuando este intentó eludir sus compromisos y no ir a Troya, fingiéndose loco. Palamedes descubrió el engaño. En venganza Ulises tramó una conspiración contra él: falsificó una carta del rey de Troya dirigida a Palamedes, en la que éste aparecía como traidor a los griegos y, para hacer más verosímil la insidia, hizo enterrar una cantidad de dinero bajo su tienda. Ante la evidencia, Palamedes fue condenado a muerte y ejecutado. A Gorgias se atribuye un discurso escolar que muestra de qué manera podría haberse defendido Palamedes. Es un poco largo, pero lo resumo. Merece la pena leerlo como ilustración de lo comentado en el capítulo. …Yo os mostraré que Ulises no dice la verdad por medio de dos argumentos, a saber: que, ni si hubiese querido, habría podido, ni, si hubiese podido, habría querido acometer tales acciones. A. Me dirijo primero al argumento de que no tengo poder para llevar a cabo esa traición. 1. Habría sido necesario, en efecto, que la traición hubiese tenido, ante todo, un principio y el principio habría sido una conversación (…) Ahora bien, ¿cómo pueden mediar palabras si no tiene lugar un encuentro? Mas ¿de qué modo podría haber tenido lugar un encuentro, toda vez que ni el rey me envió una persona en su nombre ni nadie fue a verlo en el mío? (…) 2. Pero imaginemos posible que ello sucediera con un encuentro (…) ¿Cómo puedo entenderlo y hablarle? ¿Acaso a solas los dos? No comprenderemos, en tal caso, nuestros mutuos discursos. ¿Mediante un intérprete, tal vez? En ese supuesto, interviene una tercera persona como testigo de planes que necesitan mantenerse en secreto. 3a. Pero admitamos que sucedió así, aunque no sucediese. Hubiese sido preciso que, tras nuestro encuentro, nos hubiésemos exigido y dado una garantía. ¿Cuál habría sido, en tal caso, esa garantía? ¿Un juramento, quizás? ¿Quién iba a estar dispuesto a confiar en mí, un traidor? ¿Rehenes, acaso? ¿Quiénes? En mi caso tendría que haber entregado a mi hermano (puesto que no disponía de otra persona); el bárbaro, a alguno de sus hijos(…) Pero, si así hubiese sucedido, el intercambio habría sido palmario para todos nosotros. 3b. Alguien podría sugerir que nos dimos garantía mediante dinero, dándomelo él y aceptándolo yo. ¿Poco dinero tal vez? No, porque no es verosímil recibir poco dinero a cambio de grandes servicios. ¿Mucho entonces? ¿Cómo se hizo, en tal caso, el transporte? ¿Cómo podría haberlo transportado una sola persona? ¿O fueron muchas? Si hubiesen sido muchas, muchos testigos habría habido de la conspiración; si hubiese sido una sola persona, no habría sido mucho el dinero transportado. ¿Lo transportaron de día o de noche? Si de noche, son muchos y próximos los puestos de vigilancia, que no es posible cruzar sin ser advertidos. ¿Fue, entonces, de día? La luz, empero, es enemiga de tales acciones. 4. Pero admitamos que sucedió lo que no sucedió. Nos reunimos, hablamos, nos entendimos, recibí el dinero de ellos, lo recibí sin que nadie se apercibiera, logré ocultarlo. Debía finalmente poner en ejecución todo aquello por lo que se habían realizado estas intrigas. Ahora bien, esta es una cuestión aún más insoluble que las suscitadas hasta ahora, a saber: la realización de la acción debí de llevarla a cabo yo solo o con la ayuda de otros. 4a. No era, sin embargo, la empresa misión para una sola persona. 4b. ¿Con la ayuda de otros, entonces? ¿De quiénes? Evidentemente de gente con la que tengo trato. ¿Libres o esclavos? La gente libre con quien tengo trato sois vosotros. Ahora bien, ¿quién de vosotros tiene constancia de ello? Que hable. ¿Cómo puede, por otra parte, creerse que lo hice con la ayuda de esclavos? Por propia voluntad delatan ellos para obtener la libertad u obligados a ello por el rigor de la tortura (…) De modo que me habría resultado absolutamente imposible por todos los conceptos llevar a cabo la empresa. B. Examinad conmigo también esta cuestión: ¿por qué razón me habría convenido el desear llevar a cabo la acción, en el caso de que hubiese tenido capacidad para realizarla? (…) 1. ¿Para hacerme con el poder absoluto? ¿Sobre vosotros o sobre los bárbaros? 1a. Sobre vosotros, imposible, ya que, al ser tantos y tan ilustres, están de vuestro lado las mejores condiciones (…) 1b. ¿Sobre los bárbaros, entonces? ¿Quién me entregará, empero, el poder? ¿Y con qué fuerza podré yo, un griego, detentar efectivamente ese poder sobre unos bárbaros, el poder de uno solo sobre muchos? ¿Por la persuasión o por la violencia? Porque ni ellos estarán dispuestos a dejarse convencer ni podría yo obligarlos a ello (…) 2. Alguien podrá argüir que fue por deseo apasionado de riqueza y dinero por lo que intenté la traición. Ahora bien, de dinero poseo una cantidad suficiente y de otros muchos bienes no tengo necesidad alguna (…) 3. Y ciertamente que no emprendería por razón de honor un hombre acciones de esa naturaleza, con tal de que fuera medianamente sensato. Ya que es en la virtud y no en la perversidad donde se originan los honores. Y a un traidor a Grecia, ¿cómo podría otorgársele algún honor? (…) 4. ¿Con el deseo, quizás, de ser útil a sus amigos o de causar daño a sus enemigos? Porque por esos motivos alguien podría obrar injustamente. A mí, empero, me habría sucedido exactamente lo contrario: habría hecho daño a mis amigos y beneficiado a mis enemigos (…) Que no habría, en conclusión, querido, aunque hubiera podido, ni habría podido, aunque hubiera querido, traicionar a Grecia, ha quedado ya de manifiesto por las razones anteriormente aducidas.Los hijos del rey han huido, lo que los expone a sospechas
La tierra alegre, el cielo claro, el aire limpio, la luz serena, cada uno por sí y todos juntos daban manifiestas señales de que el día había de ser sereno y claro.
Bien vestida y mal celada
Bien puede ser.
Mas que el bueno del marido
No sepa quién da el vestido
No puede ser. Góngora.3. Defensa y rechazo
os veáis, negad osado,
Don Juan, que lo bien negado
nunca ha sido mal creído.
4. Un debate previo a cualquier otro
EJEMPLO DE CUESTIÓN CONJETURAL
Los hechos