Hoy vamos a hacer hacer un ejercicio de imaginación sorprendente. Quizá alguno crea que no es lo es tanto. Los creyentes querrán creer que no es difícil imaginar, pero se sorprenderán.
Imaginemos que, gracias a diversos descubrimientos científicos, se da por indiscutible de que existe otra vida tras la muerte. La técnica utilizada para ello es indiferente, lo cierto es que hay un consenso general para asegurar que, tras la muerte, hay otra vida. Imaginemos que se ha llegado a descubrir cualquier aparato, que hace posible indagar en esa otra vida de una forma fehaciente, contundente y definitiva.
¿Os dais cuenta de lo que cambiaría la forma de afrontar la vida en la tierra?
Es decir. Tenéis que involucraros definitivamente en esta idea. Imagínate que ya sabes categóricamente que, tras nuestra muerte, no moriremos sino que pasaremos a otro estado de vida. Ya la fe no es necesaria. Es certeza.
Sé que para muchos lectores de este blog esta es una idea absurda pero os pediría que hicierais el esfuerzo necesario para convenceros momentáneamente. Quizás los creyentes den este paso por superado porque ellos «ya sabían que existe otra vida» y, seguro, estarán con una sonrisa complaciente diciéndose: «Esos ya lo se yo, ¡estúpidos ateos!»
Vuelvo a decir. No deis por hecho este paso. Lo digo tanto a ateos como a creyentes. La vida después de la muerte ya no es cuestión de fe, habéis de interiorizar que es un hecho real. Insisto. Tenéis que involucraros en esa idea.
Vida tras la muerte como hecho cierto
Si realmente se entendiera que este mundo es un mero tránsito a otro posterior no se llorarían a los muertos. No sólo aquellos que ya en avanzada edad, con todo lo vivido en este mundo, desaparecen. ¿Para qué llorarlos si van a esa vida posterior? Cuánto más les quisiéramos más contentos tendríamos que estar. Al fin y al cabo ya tenemos la seguridad de que estaremos ahí con ellos en apenas unos años. ¡Y qué son unos años comparado con la eternidad que se nos promete!
¿Y un niño pequeño? Si muere ¿le lloraríamos?. Imaginaros. Aún menos. Aún estaríamos más contentos porque se entendería que «los requisitos» para alcanzar esa otra vida ya los ha conseguido en tan temprana edad. ¿Por qué llorar? ¿Por qué apenarse diciendo que ya no está entre nosotros si lo que vivimos aquí es tan circunstancial y lo mollar está en esa otra vida?
Si Dios es el único responsable en cuanto a cuándo llega nuestro día por el que pasamos de este al otro mundo, Cuando nos enferma ¿Para qué curarnos? ¡Claro! Si se nos diagnostica un cáncer. Deberíamos alegrarnos y hacer una fiesta con todos nuestros allegados porque, además la enfermedad lenta y progresiva nos da la oportunidad de compartir nuestra alegría con la gente que queremos y sabemos que la muerte es segura. ¡Es la muerte más deseada! ¿Para qué acudir a tratamientos de quimioterapia? Dios ha determinado que nos tenemos que morir. Dios a determinado que ya merezco ir a la otra vida.
Un piloto lunático estrella voluntariamente un avión en las montañas. ¿Para qué indagar las causas por las que las ha hecho? ¿Acaso los familiares creyentes de los accidentados no entienden que Dios lo ha querido así? 149 personas, reunidas convenientemente para que mueran porque Dios así lo ha decidido. No lo digo yo. Los creyentes se dicen «Dios lo ha querido así». Es curioso que los elegidos sólo sean los que viajaban a Alemania ese día y ese avión concreto… Pero bueno. ¿Por qué llorar? ¿Por qué hacer funerales de estado? ¿Por qué cambiar «a voz de pena» por lo sucedido? ¡Deberían haber hecho festivo ese día celebrándolo con cerveza!
Desde luego que podemos entender que Dios no nos guardaría esa vida posterior si hacemos ese viaje voluntariamente. Pero si Dios nos proporciona ese billete de ida ¿para qué despreciarlo? Es decir. ¿Para qué investigar en la curación de enfermedades? Puedo entender que se investigue para conseguir pastillas que nos quite el dolor de cabeza pero ¿operaciones para curar un tumor cerebral? ¿Para qué curar algo que es tan evidente que nos lleva al otro mundo? Dios ha puesto ese tumor ahí para algo, ¿para qué desobedecerle?
Es más, ese tumor hace 500 años no tenía cura. Hoy es posible extraerlo y hacer que esa persona continúe viviendo. ¿Qué tenía de especial esa persona de hace 500 años para hacer que viaje más rápidamente a esa otra vida mejor? ¿Por qué nos resistimos a postergar ese viaje si Dios nos los ha puesto tan evidente?
Si se nos comunica que un hijo a fallecido en accidente de tráfico. Si realmente tenemos la convicción de que ha ido a esa vida infinitamente mejor. ¿Porqué apenarnos? ¿Acaso no hemos conseguido tener unos hijos que queríamos que fueran felices, lo han sido aquí en la tierra y encima Dios se lo ha llevado para seguir siendo más felices? ¿Por qué apenarnos? ¿Porqué buscar responsables del accidente? ¿Acaso no han sido herramientas utilizadas por Dios para que mi hijo fuera inmediatamente feliz en la otra vida? ¿Por qué complicar la vida del otro conductor que conducía bebido y provocó la muerte de nuestro hijo? Si mi hijo está realmente bien. ¿por qué complicar la vida del que ha proporcionado ese bienestar y complicarle la vida en este mundo con procesos jurídicos y estancias en prisión?
Cuando se tiene la certeza de que la vida en este mundo es momentánea, infinitamente pequeña con la vida tras la muerte entiendo que puede haber dos puntos de vida contrapuestos. Por un lado en entender que lo mejor sería el suicidio para llenar a esa otra vida pronto o, por otro lado, el entender que esta vida es un tránsito necesario para merecerse la otra.
Tal como se entiende en las religiones, esta vida es una plataforma para sumar actitudes para merecerse esa otra. Si esto es así. No habría guerras, porque si la vida en la tierra es tan momentánea no vale la pena complicarla por no poder alcanzar esa otra vida mucho más larga y mejor y, a la vez, si se mata a los enemigos lo único que hacemos es proporcionarles a ellos el pasaporte express necesario para conseguir algo que nosotros deseamos. Es decir, a nuestros enemigos les ayudaríamos a conseguir un premio en vez de un acto de odio hacia ellos.
Estoy seguro que infinidad de cosas en la vida ordinaria cambiarían si establecemos como cierto que existe esa otra vida.
Cuando yo era un crío me preguntaba el porqué la gente compraba juguetes en Navidad sabiendo que los Reyes Magos o Papá Noel los entregaban gratis…
Y eso es porque, dejando de imaginar, estando en el mundo real todos, repito TODOS. Incluso los creyentes, saben que el que muere en este mundo muere. Así sí es posible explicar el porqué no se quiere morir, así es posible entender el porqué se desea curarse de un cáncer pasando traumáticas sesiones de quimioterapia, así es lógico entender el porqué la gente llora, así se comprende porqué se hacen funerales de estado, así se entiende las guerras y los actos criminales. Sencillamente porque todos. Repito, TODOS, sabemos que la vida más allá de esta es pura especulación, un puro sueño para personas que necesitan que le digan que su vida tiene el valor del egoísmo.
Todos sabemos que morimos. La diferencia es que los creyentes se mienten a sí mismos.

Ser ateo, no es fácil, no se tienen las muletas que te ayuden a caminar cuando te sientes debil, no están los cuentos felices que te ayuden a dormir en las noches de desvelos. Ser ateo es simplemente es un ser humano que camina solo y despierto, rodeado de sonámbulos.
Hola Marcos
Bienvenido al blog.
Tu metáfora es totalmente certera. El ateo no tiene el ungüento de la religión para dejar de hacerse preguntas y asumir su cuento. Los ateos renunciamos a ello con tal de no dar de lado a la razón haciendo preguntas tan básicas que para muchos son difíciles de contestar.
Saludos Marcos