Caso A
Una avioneta biplaza realizó un aterrizaje de emergencia en un campo de labor tras sufrir una parada del motor. El piloto logró eludir el impacto en un núcleo urbano, pudiendo evitar una catástrofe. Observando su trayectoria se dirigía a un colegio que en ese momento estaba en horario escolar o a un mercado en plena hora punta. Tanto el piloto como el copiloto murieron en el accidente.
Un testigo del accidente declaró: «Vi como caía la avioneta directa al colegio. Hemos de dar gracias a Dios que no ocurrió algo peor…»
Caso B
Un pastor dormía plácidamente bajo un árbol en la provincia de Albacete. Una inesperada tormenta eléctrica hizo caer un rayo que le produjo heridas de gravedad.
El afectado en el hospital dijo: «Gracias a Dios que me cayó aquí y bajó por aquí y salió por acá. Si llega hacer esta otra trayectoria no lo estaría contando ahora… ¡Doy gracias a Dios!»
Caso C
Un autobús que se dirigía por la A-8 se precipitó por un puente cayendo desde una altura de 30 metros. En el autobús, además de los habituales usuarios de este medio de transporte también viajaba un grupo de 12 niños de 6 años que regresaban de una excursión. En análisis realizados al conductor fallecido se detectó que sobrepasaba el límite de alcohol en sangre. En total, 58 fallecidos. La única superviviente, una mujer de 81 años declaró: «Fue horrible, no me acuerdo de nada, Doy gracias a Dios por salir viva de este infierno, aunque debería haberme llevado a mí en vez de esas 12 almas…»
Caso D
«Mañana voy a hacer deporte, ¡Dios quiera que no llueva! y podré montar ¡por fín! en bicicleta».
Caso E
«Perdón, perdón, …. Anoche me acosté tarde y me he levantado con resaca. Sé que llego tarde pero, gracias a Dios, había sitio para aparcar el coche justo aquí al lado. Sino….. me hubiera retrasado muchos más…»
Caso F
«Ufffff, Gracias a Dios que he encontrado la falda plisada, sino hubiera tenido que llevar de nuevo los vaqueros…»
Quiero pensar que la mayoría de las veces, la utilización de este «gracias a dios» se pronuncia de una forma inconsciente y automática. Que, si se pensara bien lo que deseaban decir, esta serie de personas en estos ejemplos sería algo así como «¡ Ojalá! o ¡Menos mal!» o «¡Me siento afortunado!». Es decir, un giro lingüístico común como cualquier otro.
Siento decir que, si esto es así, tendrían que ir haciendo cola en el confesionario más cercano ya que, nada más y nada menos, se está violando el 2º Mandamiento que dio Dios a Moisés en sus famosas tablas: «No tomarás el nombre de Dios en vano»
No digo que se ha de ser como los judíos ultra-ortodoxos que evitan mencionar el nombre de Dios y dan rodeos para referirse a él, pero vamos… «¡Un poquito de por favor!»
Y digo bien cuando he dicho «quiero pensar», por que si alguien, en alguna o en todas las escenas expuestas anteriormente entiende que Dios, efectivamente, actúa de forma premeditada y real en el devenir de esas acciones pues…. No tengo muy buen concepto de la moral de esa persona, como no lo tengo de su Dios.
He iniciado la entrada con 6 casos que nos podemos encontrar en la vida diaria o en las noticias de cualquier telediario del mundo. Hay casos que podríamos calificarlos como sucesos graves o muy graves y otros, digamos, banales. En todos se utiliza la expresión «gracias a Dios» o similar. Un gracias a Dios explicativo de lo ocurrido.
Aquí es importante apreciar dos tipos diferentes de creyentes. Los teístas y los deístas. ¿Por qué hemos de hacer esta distinción justo en este momento? Fácil
Habrá creyentes que dirán que no es así. Que no están de acuerdo con esta asociación de Dios con los sucesos que acontecen día a día, que este «gracias a Dios» no es asumible, que Dios no interviene en nuestras vidas: nosotros decidimos, actuamos y las consecuencias de esto es lo que nos ocurre. Esto significa que es como si Dios no existiera, sólo apareció para crear el todo y desaparece para volver a aparecer justo al final; para decidir sobre nuestro destino. Si esto es lo que piensas o similar plantéate que posiblemente seas deísta.
Por otro lado, habrá creyentes leyendo esta entrada entenderás que Dios no solo creó todo y se encontrarán con él (o con Jesús) tras la muerte, sino que también entienden que está influyendo en nuestras vidas. Da libertad de acción, pero ciertas acciones son juzgadas y «sentenciadas» con acontecimientos similares a los descritos anteriormente. Si piensas así, eres un teísta.
Así que aunque llegas a creer en Dios, tu postura ante la vida, los actos y sus consecuencias es totalmente distinta.
La mayoría de los creyentes se encuentran entre los teístas. Por eso podemos explicar la introducción de esta serie de giros lingüísticos en el idioma. Además de las expresiones que he utilizado antes, hay muchas más que podéis adivinar por ser uso corriente: «Adiós», «Que Dios te acompañe», «Dios te bendiga», «que Dios te lo pague», etc… es decir, muchas. Todos los idiomas tienen giros y expresiones similares.
Esto es evidente: Si Dios interviene e influye en la vida de los creyentes. ¿Con qué cometido? Ahí vienen los problemas. Por que a veces «no hay Dios que lo entienda».
Los tres primeros casos son graves. En los tres primeros las personas son heridas o fallecen.
Los restantes son, digamos, menores. Esto es evidente pero aún así se utiliza la misma expresión en ambos supuestos.
Vayamos directamente a analizar los tres primeros casos (A, B y C) ¿Realmente Dios interviene directamente haciendo que el piloto realizara un giro para desviar la caída del avión (A), que el rayo cayera hacia un lado en lugar de hacia el otro, (B) o que salvara a la anciana del accidente (C)?
Si esto es así, los creyentes más entusiastas dirán que sí. Otra cosa diferente es el significado.
Como es normal, en las explicaciones con razonamientos religiosos, las interpretaciones serán del todo arbitrarias y dispares pero con el nexo común de que Dios actuó así de forma sabia, con mensaje o dando una lección. Y, cuando la explicación es difícil de asimilar, se limitan a decir que «los designios de Dios son inescrutables»: pero haberlos los hay.
Yo no me voy a meter en asuntos divinos, porque evidentemente no existen. A lo que me voy a referir es a las interpretaciones que desean asumir los creyentes como «Dios justo». Por ejemplo, es fácil adivinar que se diga que en el caso B lo que la divinidad quería era dar un toque de atención al pastor, por los motivos que fuera.
O a la señora mayor la salvara de esa muerte porque no era su momento, sin embargo, decidió que murieran el resto de los viajeros, entre los que se encontraban los 12 niños. ¿El mensaje destinado a los niños? Pues porque el conductor estaba borracho y era el castigo por esa intervención humana negligente. (Que conste que esa explicación la doy yo, sin ser una divinidad) Lo que no resulta razonable es que se castigara a todos los viajeros para castigar la acción negligente del conductor. ¿Qué culpa tienen individualmente cada unos de los 12 niños? ¿Qué explicación puede dar Dios a uno de esos niños que le pregunten porqué los mató, qué había hecho él?
Gracias a Dios: Es absurdo
¿No es más fácil y lógico explicarse lo ocurrido como algo que «sólo ha ocurrido» sin tener unas razones predeterminadas? ¿No es más lógico pensar que en el pastor del caso B el rayo determinó esa trayectoria como podía haber tomado otra diferente? Aquí está realmente el quid de la cuestión, lo fundamental, lo esencial de la creencia.
Si al pastor le hubiera atravesado con una dirección diferente estaría muerto y no podría decir que «gracias a Dios» murió. Sencillamente porque entre el 50% de ir el rayo a la derecha o el otro 50% de ir a la izquierda una dirección es gracias a dios y la otra a la fatalidad. Por que es curioso que no se dice que «Dios mató a los 12 niños» y sí «Dios salvó a la anciana». Dios sólo aparece cuando le conviene al creyente explicando lo bueno que desea entrever de lo sucedido y «lo malo» lo achaca a la mala acción del hombre.
La esencia del pensamiento religioso es esta: hemos de encontrar una explicación que nos satisfaga a todo lo que ocurre. Ese es el miedo que invade a los creyentes. ¿Los accidentes? ¿Los actos terroristas? ¿la muerte? ¿la vida? Lo trascendente, hemos de convertirlo, domesticarlo en divino para saber que está regido por algo: el abismo de la realidad produce miedo.
«Gracias a Dios» que no soy creyente. «Gracias a Dios» razono.
