Existen conceptos erróneos que algunos creyentes utilizan hacia quienes admiten no creer en ninguna religión: la expresión de ateo fundamentalista.
Para los cristianos, ateo fundamentalista es quiene niega a las personas el consuelo de la fe, sobretodo a los ancianos y a los que están solos, la compañía del protector benigno e invisible de la oscuridad de la muerte. En su forma moderna el cristianismo es una versión reciente, muy modificada, de lo que, durante la mayor parte de su historia, fue una ideología violenta y opresora: las Cruzadas, la tortura, las hogueras, la esclavitud de las mujeres condenadas a parir reiteradamente y a no abandonar a sus esposos, en la condena de la sexualidad humana, en el uso del miedo -los tormentos del infierno- como instrumento de control. En cambio, actualmente el cristianismo se ha especializado en la música de fondo: la amenaza del infierno, la exigencia de pobreza y castidad, la doctrina de que sólo unos pocos se salvarán y la mayoría se condenará. Todo se ha disipado y reemplazado por sesiones de guitarra y sonrisas empalagosas. Para mantener el poder sobre los crédulos, el cristianismo se ha reinventado a sí mismo tantas veces, y con tal hipocresía, que un monje medieval que resucitara hoy, sería incapaz de reconocer esa fe que lleva el mismo nombre que la suya.
Así, a las numerosas congregaciones nigerianas se les explica que creer garantiza el aumento de los ingresos, incluso, un reverendo X les dice que serán más afortunados y ricos si se suman a su congregación que si acuden a la del reverendo Y. ¿Dónde quedó el ojo de la aguja? ¿Y qué pasó con «mi reino no es de este mundo»? ¿Y con la bendición de la pobreza y la humildad? La Iglesia de Inglaterra abolió oficialmente el Infierno en la década de 1920, y las limitaciones que san Pablo impuso a las mujeres en las iglesias, como sentarse en las últimas filas con la cabeza cubierta, se ignoran.
Pero no hace falta ir a Nigeria para ver la hipocresía de esta reforma. En Roma, la última verdad eterna abandonada ha sido el limbo que era el lugar donde iban a parar las almas de los niños que no habían sido bautizados, y algunos cardenales ya empiezan a ver con buenos ojos los preservativos, sólo en las relaciones conyugales, en los países donde los índices de contagio del sida son elevados. Los católicos sensatos han ignorado durante generaciones las ideas sobre la anticoncepción del Vaticano pero, como el objetivo de todas las doctrinas religiosas es conseguir que sus devotos permanezcan en un estado de infancia intelectual, (¿de qué otro modo podrían parecerles creíbles semejantes disparates?) pocos católicos han podido ser sensatos.
La religión sobrevive gracias al lavado de cerebro de los jóvenes. Todos los credos que se disputan nuestros impuestos para financiar sus escuelas religiosas saben que si se les diera una educación laica acabarían perdiendo su control. Inculcar a los niños las diversas falsedades de las distintas confesiones, es un escándalo. Hemos de desafiar a las religiones a que se olviden de los niños hasta que sean adultos, de modo que lo esencial de la religión se someta a la consideración de un individuo maduro. Por ejemplo: explíquen a un adulto con una inteligencia normal y al que no se haya sometido al lavado de cerebro religioso, que en alguna parte existe un «algo» invisible, parecido a nosotros hasta cierto punto, dotado de deseos, intereses, intenciones, recuerdos, y de pasiones como la angustia, el amor, la venganza o los celos, pero que no tiene ninguno de nuestros defectos y explíquenle también que ese dios dejó embarazada mágicamente a una mujer mortal, que dio luz así a un ser especial que realizó diversas proezas «extrañas» antes de ascender a los cielos.
Pero no ha de quedarse ahí, ya que estamos asesorando y educando a un adulto le hemos de explicar que otras historias que configuran las religiones: podría ser un Rey de los Cielos que preña a… Dánae, a Io, a Leda o a la Virgen María, tras lo cual nacen unos críos destinados a la inmortalidad (Heracles, Cástor y Pólux, Jesús, etc., etc.), o cualquier otro de los relatos similares babilónicos, egipcios y de otras mitologías… Y pregunten después a ese adulto en cuál de todos estos relatos prefiere creer. Podéis estar seguros de que su respuesta sería: en ninguno.
Entonces, ¿cuál de los anteriores despropósitos debería tolerar un ateo para evitar ser un ateo «fundamentalista»? Posiblemente, el ateo sería alguien que sonreiría ante la animadversión de los sunitas hacia los chiíes, de los cristianos hacia los judíos, de los musulmanes hacia los hindúes, y de todos ellos hacia cualquiera que no piense que el universo lo gobiernan poderes invisibles. Seguramente, para los fieles un ateo aceptable sería alguien que considerara razonable creer que los dioses suspenden las leyes de la naturaleza ocasionalmente en respuesta a las plegarias de algún hombre, o que el asesinato es una buena acción para salvar al alma de algunos pecados.
Lo que ocurre es que el término ateo da cierta concesión a los teístas ya que el término niega algo que no cree. Un ateo dice que no hay dioses, etimológicamente si no existen dioses no se debería utilizar la palabra «sin dioses» ya que no existen. Un término más apropiado es el de «naturalista», porque alude a alguien que asume que el universo es un reino natural, gobernado por las leyes de la naturaleza. Esto implica propiamente que no existe nada sobrenatural en el universo (ni hadas, ni duendes, ni ángeles, ni demonios, ni dioses, ni diosas). Así un ateo podría llamarse también «aduendistas»; sería exactamente igual de razonable o de absurdo.
Así, a las personas con creencias teístas deberíamos llamarlas sobrenaturalistas, y podríamos dejar que fueran ellas quienes tuvieran que refutar los descubrimientos de la física, de la química y de la biología para justificar su supuesto alternativo de que el universo lo crearon, y lo gobiernan, seres sobrenaturales. A los sobrenaturalistas les encanta señalar que algunas personas irreligiosas se ponen a rezar cuando se encuentran en situación de peligro, pero los naturalistas podríamos replicar que los sobrenaturalistas ponen toda su fe en la ciencia cuando van a un hospital o cuando viajan en un avión. Aunque, naturalmente, como devotos de la idea de que todo se adecua a sus creencias, los sobrenaturalistas posiblemente afirmarían que la ciencia misma es un regalo de dios, e incluso lo justificarían.
El naturalismo, ser ateo, no es una «religión». Una religión es por definición algo basado en la creencia de que existen fuerzas o entidades sobrenaturales en el universo; y no sólo en la creencia de que existen tales entidades sino en la convicción de que se interesan por los seres humanos; y no sólo en la creencia de que se interesan sino en la convicción de que se interesan en particular por cómo visten, qué comen, cuándo lo comen, qué leen o ven, cuándo se lavan y cuándo no, con quién se acuestan, cómo y cuándo; y muchas otras cosas similares, como convertir a las mujeres en invisibles obligándolas a envolverse en ropas, o atar cajitas en la frente y una lista interminable de cosas semejantes; la omisión de cualquiera de la cuales está condenada.
Pero por definición el naturalismo (el ateísmo, ser ateo) no presupone ninguna creencia. Ser ateo es no creer en dioses. Aplicando la filosofía y el método científico, el mismo concepto de un ateo podría modificarse si existieran evidencias. Un ateo no duda en decir que si algo se desconoce, lo admite, pero no admite el sustituirlo por seres imaginarios. Ésta es la esencia de la ciencia. No es extraño que las distintas teorías biológicas o astrofísicas no hayan desencadenado batallas, ni condenado a nadie a la hoguera.
Ahora destacaré lo que podría ser
Las 10 señales de ser un fundamentalista cristiano
- Niegas la existencia de miles de dioses reclamados por otras religiones, pero te sientes ultrajado cuando alguien niega la existencia de tu dios.
- Te sientes insultado y deshumanizado cuando los científicos aseguran que la humanidad evolucionó de otras formas de vida, pero no tienes problema con la aseveración bíblica de que hemos sido creados del polvo y tierra.
- Te ríes de los politeístas, pero no tienes problema en creer en un dios con tres partes. O en cientos de vírgenes y santos.
- Te escandalizas cuando oyes hablar de las «atrocidades» atribuidas a Allah, pero no pestañeas cuando escuchas sobre como dios mató a todos los bebés de Egipto, y pidió la eliminación de grupos étnicos enteros.
- Te ríes de creencia hindú que deifica a los seres humanos, y de los griegos el que los dioses duermen con las mujeres, pero no tienes ningún problema que creer que el espíritu santo impregnó a María, que entonces dio a luz a un hombre-dios que fue asesinado, volvió a la vida y después ascendió en el cielo.
- Estas dispuesto a gastar tu vida en la búsqueda de pequeños errores cometidos por los científicos modernos al decir que la tierra tiene varios billones de años de edad, pero no encuentras nada malo con creer todas la fechas por hombres que vivían en tribus, sentados en la tierra y que adivinaban que la tierra solamente había existido por par de décadas.
- Crees que la población entera de la tierra, exceptuando los que creen lo mismo que tu, pasara la eternidad en un infierno de eterno sufrimiento. Sin embargo consideras que tu religión es la más tolerante y amorosa de todas.
- La ciencia moderna, la historia, la geología, biología y la física no pueden convencerte de nada, pero por otro lado puedes creer cualquier cosa absurda.
- Defines 0.01% como un alto por ciento de éxito cuando se trata de oraciones respondidas. Consideras ese 0.01% como evidencia de que orar funciona y que dios existe. El otro 99.9% de oraciones no respondidas es simplemente la voluntad de dios de no responder.
- Comparado con la mayoría de los ateos y agnósticos, en realidad conoces mucho mucho menos acerca de la biblia, el cristianismo y su historia. Pero como quiera, dices que eres cristiano.
Así que ¿fundamentalista ateo?¿el ateo es fundamentalista sólo por negar algo?
