Los ojos, los nervios, los conductos de esperma, los senos, la espalda están mal diseñados desde el punto de vista del bienestar individual, y las imperfecciones pueden tener sentido a la luz de la evolución. Lo mismo es aplicable a la economía a gran escala en la naturaleza. Se podría esperar de la naturaleza que fuese una economía planificada, diseñada cuidadosamente para eliminar la extravagancia y el desperdicio. Pero no lo es.
Evolución en animales y vegetales
La economía natural está alimentada por el Sol. Las plantas usan la energía solar para realizar síntesis químicas «cuesta arriba», fabricando combustibles orgánicos: azúcares. Cuesta arriba significa que la síntesis de azúcar puede ser más tarde quemada en una reacción «cuesta abajo» que libera una fracción de la energía para poder hacer algún trabajo útil, por ejemplo trabajo muscular o el trabajo de construir un gran tronco. El ir «cuesta abajo» o «cuesta arriba» se hace como el agua fluyendo hacia abajo al salir de un depósito elevado y mueve una noria para hacer un trabajo útil o que es bombeada energéticamente hacia arriba, hacia el depósito, para que pueda volver a mover más tarde la noria, al fluir de nuevo hacia abajo. En cada estadio de la economía de la energía, sea cuesta arriba o cuesta abajo, se pierde algo de energía ya que ninguna transición de energía es totalmente eficiente. No es posible utilizar la energía «cuesta abajo» de una noria para bombear de nuevo la misma cantidad de agua hacia arriba, de tal forma que haga moverse a la noria. Siempre tiene que haber una cantidad de energía aportada desde el exterior para compensar la pérdida, y es ahí donde entra el Sol.
En un bosque denso no son demasiados los fotones provenientes del Sol que llegan hasta el suelo sin ser capturados por las hojas de los árboles. El proceso por el que se atrapan los fotones y se usan para llevar a cabo reacciones químicas «cuesta arriba» fabricando moléculas como los azúcares y el almidón que almacenan esa energía se llama fotosíntesis. Fue inventada hace más de mil millones de años por las bacterias y las bacterias verdes todavía realizan la mayoría de la fotosíntesis. Esto se puede decir porque los cloroplastos son los descendientes directos de las bacterias verdes.
Esta energía capturada por las plantas conforma la base de complejas cadenas alimentarias en las que la energía pasa de las plantas a los herbívoros, a los carnívoros, a los carroñeros y finalmente a hongos y bacterias. En cada parte de estas cadenas alimentarias, parte de la energía se desperdicia en forma de calor a medida que se transmite y otra se utiliza para mantener procesos biológicos. Ninguna energía se añade después a la que inicialmente se tomó del Sol. Y salvo excepciones insignificantes de las fumarolas submarinas, toda la energía que sostiene la vida proviene de la luz solar capturada por las plantas.
¿Por qué un árbol es tan alto? Si acortamos su tronco hasta que la cruz del árbol estuviera a ras de suelo, no perdería ni un sólo fotón y ahorraría energía sin construir el tronco. Entonces ¿por qué el gasto de levantar la copa del árbol hacia el cielo? La respuesta es porque su hábitat es el bosque. Los árboles son altos para ser más altos que los árboles rivales.

La dificultad para que se den estos acuerdos de contención mutua es obvia. Un ejemplo es el acuerdo para sentarse, en lugar de estar de pie, cuando se ve un espectáculo como una carrera de caballos. Si todos los espectadores estuvieran sentados, los altos seguirían teniendo una mejor visión que los bajos, justo igual que cuando todo el mundo está de pie, pero con la ventaja de que estar sentado es mas cómodo. Los problemas comienzan cuando una persona bajita sentada detrás de dos personas altas se levanta para ver mejor. Inmediatamente, la persona sentada detrás de ella se levanta para ver algo. Una ola de gente incorporándose barre el campo, hasta que todo el público está de pie. Al final, todo el mundo está peor de lo que estaría si se hubiera quedado sentado.
En un bosque el dosel puede verse como una pradera ondulada alzada sobre zancos. Este dosel de árboles atrapa la misma energía solar que lo haría una pradera. Con la diferencia que una gran parte de la energía que capturan estos árboles la «desperdician» fabricando esos zancos para estar más altos.
Esto evidencia la diferencia entre una economía planificada y una economía evolutiva. En una economía diseñada no habría árboles, o al menos no árboles muy altos: no habría bosques. Los árboles son un desperdicio. Los troncos de los árboles son monumentos erigidos a la competición fútil, pensando en términos de economía planificada. Pero la economía natural no está planificada. Las plantas compiten con otras plantas y el resultado es que crecen más y más alto, mucho más alto de lo que recomendaría ningún planificador. Se llega a un punto en el que seguir creciendo más, aunque da una ventaja competitiva, tiene un coste tan elevado que el árbol individual que lo hace termina peor que sus rivales que renunciaron a ese metro extra. Lo que determina la altura hasta la que tienen que crecer es un equilibrio entre los costes y los beneficios para los árboles individuales, no los beneficios que un planificador racional podría calcular para los árboles en su conjunto. Y por supuesto, el equilibrio encuentra un máximo diferente en bosques diferentes.
Un planificador, un diseñador inteligente evidentemente no planearía eso así.
Los cinco corredores más rápidos entre las especies de mamíferos son el guepardo, el antílope, el ñu, el león y la gacela Thomson. Es curioso que entre los animales más rápidos se mezclan los que cazan y los que son cazados. La selección natural lleva a las especies depredadoras a hacerse cada vez mejores en la captura de sus presas y, simultáneamente, lleva a las especies cazadas a ser mejores escapando de los cazadores. El resultado ha sido una escalada en la cantidad de recursos económicos que los animales, de ambos bandos, han gastado en esta carrera, a costa de otros departamentos de la economía del cuerpo. Los cazadores y los cazados consiguen cada vez un mejor equipamiento para superar a la otra parte. Pero de la mejora del equipamiento para ganar no se deriva un aumento del éxito. Podríamos decir, como dijo la Reina Roja a Alicia, que tienen que correr tan deprisa como puedan para seguir estando en el mismo sitio.
La carrera en el tiempo evolutivo es una carrera para desarrollar equipamiento para las carreras en tiempo real. Además el equipamiento para correr rápido se utiliza para superar a los rivales de la misma especie que están huyendo del mismo depredador. Es ilustrativo el chiste de los dos excursionistas perseguidos por un oso. Uno corre, el otro se para a ponerse sus zapatillas de deporte.
- ¿Estás loco? Ni siquiera con las zapatillas puedes ganar al oso.
- No, pero te puedo ganar a ti.
Un aspecto que podría preocupar a los entusiastas del diseño inteligente es la gran dosis de futilidad que arrastran esta carreras. Si vamos a postular un diseñador para los guepardos, entonces debemos admitir que ha puesto cada gramo de sus conocimientos de diseño en la tarea de perfeccionar a un asesino superlativo. Una mirada a esa magnífica máquina de correr elimina cualquier duda. El guepardo, si es que vamos a hablar de diseño, está magníficamente diseñado para cazar gacelas Pero el mismo diseñador ha puesto el máximo empeño en diseñar una gacela que está extraordinariamente equipada para escapar de esos guepardos. ¿De qué lado está el diseñador? ¿Sabía la mano izquierda del diseñador lo que estaba haciendo su mano derecha? ¿Es un sádico que disfruta del deporte espectáculo y está siempre subiendo la apuesta en ambos lados para aumentar la emoción de la captura?
El lobo y el cordero serán apacentados juntos el león comerá paja como el buey y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán ni harán mal en todo mi santo monte. Jehová lo ha dicho.- Isaías 65:25
¿Es realmente parte del plan divino que el leopardo deba dormir con el niño, y que el león coma paja como el buey? En ese caso, ¿por qué invertir en los molares carniceros y las garras asesinas? ¿De dónde salen la velocidad y el arte de huir del antílope y de la cebra? Es evidente que estos problemas no surgen de la interpretación evolutiva.
Un planificador que se preocupara por el bienestar de toda la comunidad podría hacer un acuerdo. Hagamos que ambas partes lleguen a un acuerdo para reducir sus armamentos por ambos bandos. Lo mismo puede ocurrir en una carrera armamentística humana. No necesitaríamos cazas si los otros no tuvieran bombarderos. Unos no necesitarían misiles si los otros no tuvieran los suyos. Ambos podrían ahorrar miles de millones si redujéramos a la mitad el gasto en armamento y lo destinaran en fines más sociales. Si dividimos por dos el presupuesto armamentístico y los volvemos a dividir por dos se continuará consiguiendo un empate. El truco es hacerlo de forma sincronizada para que cada parte se mantenga igual de bien equipada para contrarrestar el presupuesto armamentístico decreciente de la otra parte. Esta escalada inversa tiene que ser planificada, pero la planificación no forma parte de la evolución. Ésta, a diferencia de un diseñador, nunca se para a reconsiderar si podría haber habido un camino mejor que interese a todos.
Sabemos que cuando existe sobreexplotación de alguna especie se producen reuniones a nivel internacional para, por ejemplo, reducir las capturas del bacalao. Un planificador, el famoso diseñador, podría calcular una política de caza selectiva óptima que los leones debieran adoptar. No se debe capturar más de una cierta cuota de cualquiera de las especies de antílope. No se atacan hembras preñadas ni jóvenes adultos en pleno potencial reproductivo.
Esto sería razonable y es lo que un diseñador recomendaría. ¡Pero no es lo que la selección natural recomienda y no es lo que ocurre! Vamos a ver por qué. Imagina que la mayoría de los leones del área se organizan para limitar su caza hasta niveles sostenibles. Pero ahora supón que en esta población que busca el bien público y que acepta restricciones, surge un gen mutante que provoca que un león rompa el acuerdo y explote la población hasta el límite. ¿Penalizaría la selección natural al gen egoísta rebelde? Lamentablemente no. La descendencia del león rebelde superaría y se reproduciría más que sus rivales en la población de leones. En unas generaciones el gen rebelde se extendería y no quedaría nada del amigable pacto. Al final, si todas las presas se extinguen, la población entera de leones también se extinguirá. ¿No tomaría parte la selección natural para detener lo que está ocurriendo? Lamentablemente no. La selección natural no piensa en el futuro.
Ahora imaginemos que el diseñador, el planificador, es un filósofo moral en vez de un economista. ¿Un diseñador bondadoso no debería minimizar el sufrimiento? Desde luego esto no ocurre en la naturaleza. El sufrimiento entre los animales salvajes es tan normal que los espíritus sensibles no debería contemplarlo.
Los parásitos causan más sufrimiento que los depredadores, y entender su lógica evolutiva aumenta más que disminuye el sentido de futilidad que vivimos cuando los contemplamos. Un virus existe con el único fin de fabricar más virus. Puedo comprender que un tigre me devore si me acerco a su territorio. Hoy en día se puede donar dinero para su salvación pero, ¿donaríamos por salvar el virus de la gripe?
El objeto de la selección natural es la supervivencia de las instrucciones en los genes para la autoreplicación. Los tigres son construidos por instrucciones. El ADN de un tigre es también un programa del tipo duplícame que contiene una infinidad de instrucciones como mensaje fundamental. Para conseguir duplicar esto es necesario el aporte de nutrientes para poder duplicarse. El sufrimiento es un subproducto de la evolución por selección natural, una consecuencia inevitable que nos puede afectar en nuestros momentos más receptivos pero que no podemos esperar que afecta a un tigre y, menos aún podemos esperar que se preocupen sus genes.
Los teólogos se preocupan por los problemas del sufrimiento y el mal, hasta el punto de que han inventado un nombre: teodicea (Justicia de Dios). Así intentan reconciliar el sufrimiento con la supuesta bondad divina. Los biólogos evolutivos no ven el problema porque el mal y el sufrimiento no cuentan para nada en el cálculo de la supervivencia de los genes pero, el dolor ¿De dónde viene desde el punto de vista evolutivo?
El dolor, como todo lo relacionado con la vida, funciona para mejorar la supervivencia del sufridor. Los cerebros están contruídos con una regla general del tipo: – Si experimentas sensación de dolor, detén lo que hagas y no lo hagas otra vez. Sería interesante el saber de por qué tiene que ser tan horriblemente doloroso. Teóricamente habría la posibilidad de que en algún lugar del cerebro pudiera ser alzado una señal indolora que hiciera saber al animal que no lo volviera a hacer, pero ¿por qué hacer pasar por una dolorosa agonía?
No hay una respuesta concluyente sería inquietante que sintamos una continua tentación de valorar dos aspectos que nos haga adoptar acciones que no nos interese. Con la superioridad de sentir dolor tenemos muy claro que no debemos cruzar la línea. Los torturados pueden llegar a sucumbir, pero a menudo pasan por una fase previa en la que soportan el dolor en lugar de traicionar a su país, compañeros o ideología. Pero la selección natural «no quiere» que los individuos se sacrifiquen a sí mismos por amor al país. La selección natural está «en contra» de que los individuos se salten las sensaciones de aviso que produce el dolor. La selección natural «quiere» que sobrevivamos y nos reproduzcamos. La selección natural favorecería las señales de advertencia en vez del dolor solo si no son ignoradas.
Supongamos que hay unos mutantes genéticos que no sienten dolor y solo tengan alguna indicación de que algo está mal. Sería sencillo para ellos resistirse a la tortura. El problema es que la tortura dejaría de ser un método de extorsión. Pero, en un estado salvaje, ¿sobrevivirían estos mutantes libres de dolor mejor que los individuos que sí lo tienen?
Actualmente hay individuos que no pueden sentir dolor y normalmente terminan mal. La CIPA (insensibilidad congénita al dolor) es una enfermedad que hace que los individuos que la padecen no sientan dolor. Sí es cierto que tampoco tienen un sistema alternativo que les avise de una acción peligrosa podríamos pensar que aprendan a estar alerta ante la necesidad de evitar el daño físico. En todas las circunstancias los pacientes de CIPA sucumben a una gran variedad de consecuencias desagradables derivadas de su incapacidad para sentir dolor como quemaduras, roturas, cicatrices, infecciones, apendicitis sin tratar y daños en los ojos. Incluso sufren daños serios en las articulaciones porque no cambian de postura durante mucho tiempo.
Incluso si pudiera hacerse efectivo un sistema avisador alternativo al dolor, no parece que exista razones para que la selección natural lo favoreciera por encima de un sistema de dolor solo por ser menos desagradable. A diferencia de nuestro diseñador bondadoso, la selección natural es indiferente a la intensidad del sufrimiento.
Las avispas icneumónidas hembras ponen huevos en insectos vivos pero antes les pinchan para paralizarles pero que queden vivos. Debe ser mantenida viva para proporcionar carne fresca a la larva que crece dentro. Y la larva se preocupa de comer las partes internas. Comienza con la grasa y los órganos digestivos dejando el sistema nervioso y el corazón para el final. ¿Qué tipo de diseñador bondadoso podría haber imaginado eso? No sé si las orugas pueden sentir dolor. Espero fervientemente que no. Pero lo que sé es que la selección natural nunca haría nada para mitigarlo.
