En el blog siempre he querido dejar claro que el placebo, si uno lo toma y le sienta bien, es algo que entiendo que sigan los creyentes, aunque yo no lo haría porque no practico el autoengaño.
Pero cuando este placebo llamado «religiones» llama a los demás a tomarlo ya que pasa a ser un engaño colectivo y pasa a mayores si, además, lo vende.
Pero el placebo es eso, placebo. Dios puede ser entendido como se desee. Unos lo estiman como lo más importante en sus vidas, otros como un algo que no saben calificar y otros como una presencia que les da sentido. Sea como fuere Dios es placebo y esa es la intención del blog, buscar que el origen de todas las religiones y supersticiones es la adoración a algo que no existe pero que les reconforta.
La evolución existe, es real, es tangible. Pero como todo, de un hecho tangible se interpretan lecturas de las que hemos aprendido a evadirlas.
Actualmente no hay ámbito de la ciencia en el que no influya la idea darwiniana. La teoría de la evolución resulta tan potente y cierta que desmorona convicciones arraigadas y que ha cambiado la forma de vernos a nosotros mismos y del mundo. El legado de Darwin exige admiración pero existen ciertos peligro de interpretación. El darwinismo social y la eugenesia son los ejemplos más claro de estos peligros. Es cierto que sus versiones radicales pertenecen al pasado, pero en la coyuntura actual aparecen los restos de ambas doctrinas.
Evolución y darwinismo social
Se popularizó en el siglo XIX apuntando que la supervivencia del más fuerte no sólo es válido para la naturaleza, sino también para la sociedad y la cultura. Al igual que la naturaleza, la sociedad se caracteriza por la competencia, por lo que los individuos que estén mejor adaptados se llevarán la mejor parte. Esto significa que las autoridades públicas no han de ayudar a las personas menos dotadas en la sociedad. Es mejor abandonar a su suerte a los individuos inadecuados, por lo que se verán obligados a mejorar y a desarrollarse, o de lo contrario sucumbirán. Así, el darwinismo social afirma que los individuos «superiores» pueden imponer su voluntad a los «inferiores».
fue el ideólogo de esta forma de ver la sociedad. Hemos de recordar que la Gran Bretaña del siglo XIX era una potencia mundial y el país en el que se había inaugurado la revolución industrial. El crecimiento del bienestar y el dominio británico daban motivo para un optimismo victoriano que equiparaba la evolución con el desarrollo progresivo.
En este contexto Spencer no da una explicación biológica a la aparición y variedad de especies, sino que ofreció una visión amplia y global de la historia y la existencia: todo forma parte de un proceso evolutivo global. La evolución equivalía a progreso: en todas partes vemos un desarrollo que va de lo primitivo a lo heterogéneo. Según Spencer, el progreso no se evidencia sólo en la naturaleza viva sino en todo lo físico. Y si todo está expuesto a la evolución, lo mismo debe aplicarse a la sociedad en su conjunto. Realmente Spencer era una evolucionista pero no un darwinista, sino que se sentía atraído por las ideas de Lamarck.
La competencia y rivalidad es la clave del progreso social. Esta competencia no sólo tiene lugar entre diferentes individuos, sino también entre diferentes empresas. La economía y le progreso son impulsadas por la competencia despiadada entre empresarios y hombres de negocios. Las empresas que nos se adaptan a las exigencias del libre mercado capitalista acabarán desapareciendo. La economía y la sociedad saldrían beneficiadas por ello. Según Spencer, la competencia económica provoca finalmente un monopolio de uno o varios empresarios superiores que dominarán a la sociedad y la guiarán. Estas ideas causaron furor en Estados Unidos.
Para Spencer y seguidores, el socialismo era por supuesto inadmisible. No sólo porque el apoyo gubernamental permite que sobrevivan personas y empresas mal adaptadas, sino porque el socialismo destruye la autosuficiencia del desarrollo social. A fin de cuentas, las personas que reciben ayuda del gobierno no tendrán que tomar más iniciativas. No es conveniente que el Estado ejerza el control sobre el empleo, la enseñanza y la sanidad; el Estado ha de limitarse a garantizar la seguridad de los ciudadanos. El libre mercado se encargará del resto. El darwinismo social de Spencer no quiere eliminar a los «inadaptados», sino precisamente alentarlos a que asuman el control de su destino y mejoren su posición social. La holgazanería es mucho peor que la estupidez y no debe ser recompensada por el gobierno. El castigo natural de la holgazanería es la pobreza. De ahí que los subsidios sociales sean contraproducentes pues sin la continua amenaza de la pobreza, los individuos no tomarán iniciativas.
Pero Spencer no se limitaba al ámbito de empresas y trabajadores, también proclamó su teoría aplicándola a diferentes culturas y razas. La evolución consiste en una continua competición entre grupos de seres humanos en la que las razas y culturas superiores y fuertes dominarán a las razas y culturas inferiores y débiles. Esto es parte de la ley universal del progreso. A nadie le sorprenderá que Spencer considerara que la cultura europea y la raza blanca eran superiores a las demás. Era posible que el ser humano no haya sido creado por Dios, pero el hombre blanco británico y protestante es la cima de la evolución. El europeo blanco tiene derecho a disponer sobre el mundo. En el siglo XIX, esto no era una idea única de Spencer. En general la sociedad europea tenía este papel asumido como no discutido.
La eugenesia
La eugenesia quiere mejorar la especia humana, o una raza de seres humanos, por la procreación selectiva, del mismo modo en que los criadores y cultivadores «mejoran» por selección artificial, las razas de animales y plantas, seleccionando los individuos que poseen las características deseadas para la procreación. En la eugenesia, esta selección se aplica al ser humano. La élite ha de vigilar la calidad de la raza ajustando el tamaño de las familias a las características hereditarias de los padres: los individuos con buenas características pueden reproducirse libremente, los que tienen características malas, mejor no.
Dentro de esta doctrina se suelen distinguir dos formas de eugenesia: la variante positiva y la negativa. La positiva alienta a los individuos superiores a reproducirse. La negativa intenta impedir que los individuos inferiores puedan reproducirse, por ejemplo por esterilización forzada. La segregación racial y la prohibición de matrimonios mixtos deben impedir que la raza superior se vea deteriorada por líneas de parentesco inferiores.
En el siglo XIX, el europeo blanco se veía a sí mismo como dominador del mundo. Sin embargo, en el siglo XX este racismo se volvió más pesimista: la raza blanca, delicada y civilizada, resultaba ser muy vulnerable y había que protegerla contra el avance de otras razas. Así se introdujo en 1924 en Estados Unidos la Ley de restricción de la inmigración, cuya finalidad era impedir la entrada de individuos de razas inferiores. Australia introdujo en los setenta una política para favorecer los inmigrantes blancos europeos.
A partir de la década de los treinta, diferentes estados de Estados Unidos permitieron la esterilización forzada de individuos genéticamente inferiores. Se trataba de pacientes psiquiátricos. Al menos 70.000 norteamericanos fueron víctimas de esta política de esterilización. Esto también se realizó en Escandinavia. Pero fue en Alemania donde se llevó más lejos la eugenesia. Según la ideología nazi no sólo se debía privar a los individuos y a las razas «inferiores» de la posibilidad de reproducirse, sino que además debían ser sometidos al pueblo ario o aniquilarlos. Aparte del genocidio de judíos, gitanos y homosexuales, el régimen nazi ordenó esterilizar a minusválidos y pacientes psiquiátricos. Además se alentaba a las mujeres jóvenes de pura raza aria a dejarse fecundar por oficiales de la SS.
La idea de que la sociedad puede mejorarse a través de la reproducción selectiva es tan vieja como el mundo. Los espartanos en la antigua Grecia tenían la costumbre de matar a los bebés débiles para que la población se mantuviera sana y fuerte. Platón afirma que hay que suprimir el matrimonio libre y hay que quitar a los recién nacidos inferiores.
A partir de los años cincuenta la eugenesia acabó con razón relegada al olvido. A partir de ahí, el determinismo biológico se convirtió en tabú y el nuevo credo era que los seres humanos son determinados por completo por su entorno. Es decir, se pasó de un extremo al otro. Realmente se ha de admitir, aunque sea a regañadientes, que la verdad está en el punto medio. A medida que nos adentramos en conocimientos sobre energía molecular, la controversia ha resurgido y la eugenesia vuelve a encontrarse entre nosotros pero ahora con otras nomenclaturas como diagnóstico prenatal, examen genético, etc. Pero el motivo es controlar la calidad de los descendientes. Cada vez aparecen más motivos para interrumpir el embarazo, así si resulta que el feto sufre una discapacidad grave. Se argumenta que no se trata de depuración eugenésica sino de evitar sufrimiento innecesario, pero claro, se evita además que la sociedad tenga que cargar con individuos inferiores. Actualmente muchos países y otros lo están estudiando por aplicar, admiten en su legislación la castración química a violadores. ¿Qué pesa más: el derecho a la sexualidad y la reproducción o evitar la propagación de genes no deseados?
En países como la India y China, los padres suelen preferir descendientes masculinos ¿Se puede rechazar un feto por el hecho de ser una niña? En China la ley prohibía tener más de un hijo por familia y muchos estados en el mundo vieron drástica pero coherente esta medida. Si ahora se investiga las células madre para curar enfermedades ¿no se está realizando una eugenesia en cubierto?
Hasta aquí he intentado exponer esta cuestión tan delicada y que incluso ahora está tocando la fibra sensible en la sociedad.
¿Qué es moralmente aceptable? ¿Donde colocamos los límites? ¿Donde emplazamos la línea donde podamos aceptar que algo es asumible y otra cosa no?
Propongo la siguiente comparación de dos situaciones que considero extremas:
- a) Se manipula un feto para que en edad adulta sea más inteligente
- b) Tomas un medicamento para sanar una gripe.
Es evidente que podríamos colocar aquí una línea moral sin tener que hacernos muchas preguntas o, por lo menos, sin sentir que invadimos nuestras propias seguridades. Pero acerquemos algo más estos dos puntos.
- c) Se manipula un feto para evitar síndrome de Down
- d) Nos hacen una operación para eliminar un defecto estético de nacimiento
Ahora acerquemos más estos dos puntos.
- e) Nace un niño y permite curar a su hermano de una enfermedad mortal
- f) Nos hacen un transfusión sanguínea
Quizá, con estos ejemplos detallados veamos que la línea de nuestra permisividad se ha modificado o quizá ya no sea una línea sino que es una «zona de peligro» en la que no se tenga claro si pudiera permitirse moralmente. Y otros, incluso, no vean una línea en ningún momento en esta escala hipotética.
Yo no me voy a pronunciar. El blog es un blog antiplacebo y considero que esto son cuestiones morales, filosóficas y biológicas. Eso sí, mis comentarios van dirigidos a cuestiones que los creyentes suelen echar en cara a la evolución, mejor dicho, a los seguidores de la evolución.
Dado que la evolución da de pleno en la línea de flotación de las religiones monoteístas dado que cuestiona y elimina para los creyentes la necesidad de concebir a Dios como iniciador de la vida pues no dudan en cuestionar como mal de la evolución la influencia que esta ha tenido en el mundo.
He hablado del darwinismo social y de la eugenesia.
Es curioso que el darwinismo social se dio con mayor énfasis en Estados Unidos y Gran Bretaña. Dos países con base protestante e incluso diría, en el caso americano, de evidente religiosidad cristiana. Además se hace evidente que las teorías en cuanto a la economía las creencias de la no intervención del Estado en la vida económica y la poca intervención en cuestiones sociales es evidente. Incluso este extremo se comprueba hoy en día en las grandes dificultades de proponer una sanidad universal y gratuita en la sociedad norteamericana. Quien tiene dinero tiene mayores posibilidades de sobrevivir a un cáncer…. Esto no lo hacen ateos o biólogos evolucionistas. Esto es promovido y defendido a conciencia por Republicanos muy creyentes en Dios.
En cuanto a la eugenesia. Platón en los tiempos antiguos no podemos decir que fuera un ateo. El ejemplo que con más entusiasmo suelen utilizar para hacer cumplir la formula ateísmo=eugenesia=inmoralidad es el régimen nazi y las atrocidades étnicas y de limpieza de raza que provocó millones de asesinatos en tan horribles circunstancias. A ello me referiré poco después.
Hubo eugenesia en la sociedad norteamericana. Antes mencioné que en la década de los años treinta del siglo pasado en Estados Unidos se permitió la esterilización forzada de enfermos psíquicos y la sufrieron unos 70.000 individuos. Ni que decir tiene que la sociedad norteamericana no es precisamente atea. En Suecia se esterilizo a 200.000.
Y referente a la Alemania nazi, quedó claro en la entrada anterior de este blog titulada ¿Hitler ateo? ¡Hasta católico! que los nazis no eran, precisamente, ateos.
