Se ha hablado y escrito mucho sobre los casos de pederastia realizados por sacerdotes en todo el mundo. No voy a detallar aquí caso por caso, sería una lista muy larga. Lo que voy a plasmar en el blog es el que algunos católicos que, por un lado dicen que estos sujetos hacen muy mal, inmediatamente alzan la voz para reivindicar que la Iglesia Católica está sufriendo ataques continuos para debilitar su imagen. A continuación razonan diciendo que abusos sexuales es un mal que no solo afecta al sacerdocio, aparecen continuamente en los medios de comunicación noticias sobre esto, tanto con abusos y violencia física a menores como noticias sobre la pederastia a través del tráfico de imágenes de menores por Internet Y que cuando aparece un sacerdote implicado todo se magnifica y añaden de que no existe un porcentaje que haga suponer que el número de pederastas sea mayor que en cualquier otro colectivo humano.
No voy a considerar el porcentaje de curas pederastas, aunque solo fuera uno, que no es el caso, ya sería suficiente para escribir esta entrada porque estos señores nos están vendiendo continuamente una moral que, por lo que vemos no es infalible. Es curioso que estos hombres siniestros se dediquen a dictar normas en aspectos de la vida que, precisamente, ellos se autoexcluyen.
Según Pilar Polo, psicóloga de la Fundación Vicki Bernadet, cita un estudio de Félix López, catedrático de la Universidad de Salamanca, en el que se especifica que un 4,17% de los abusos a menores son cometidos por religiosos. Así que si este dato es cierto o aproximado, la Iglesia tiene un gran problema porque si razono sobre la cantidad de colectivos en nuestra sociedad el que el sacerdocio acapare ya un 4,17% es enorme.
Marcos dijo lo que dijo
Al fin y al cabo, Marcos 10:14 otorgaba a Jesucristo la famosa frase de: «Dejad que los niños vengan a mí.» Al fin y al cabo los pederastas cumplen con la obra de Jesucristo. ¿No? Eso podrían argüir.
Aún así y, aunque considero que sus hábitos sexuales impuestos por su sacerdocio son antinaturales, no voy a juzgar ni esta norma ni me voy a poner a especular sobre si eso incide en aberraciones sexuales o relaciones sexuales escondidas en la intimidad para no ser descubiertos.
Penalmente es indudable que ante delitos iguales, igual pena para los delincuentes. Pero una misma pena puede tener unas connotaciones diferentes dependiendo de quién las haga.
No es lo mismo el que un albañil, un fontanero o un taxista cometan un abuso sexual que si lo hace un sacerdote.
Es lamentable, enjuiciable y condenatorio, tanto judicialmente como moralmente en todos los casos pero los sacerdotes tienen un plus añadido.
Voy a poner una variante diferente. Si este mismo abuso lo comete un policía…, ya no es lo mismo ¿verdad? Interviene una persona que debería proteger profesionalmente a ese menor del que se aprovecha.
Si el Sr. Roldán, siendo director de la Guardia Civil roba y aprovecha su cargo para beneficiarse económicamente. Está claro que tiene una matiz tan determinante que hace que ese comportamiento tenga una magnitud diferente a si lo hace el director del banco de la esquina. Simplemente porque tiene una profesión en la que la sociedad le confía para velar por su protección y para evitar precisamente que no se cometan delitos y los que se produzcan sean perseguidos. Que lo haga el director de la Guardia Civil tiene unas connotaciones de gravedad mucho más importantes que las que tendría para cualquier otra persona.
Que el director de la Dirección General de Tráfico aparezca conduciendo borracho, es evidente ¿no? El encargado de poner multas por excesos de velocidad o por sobrepasar los límites de alcoholemia, pues ha de ser el primero que debería dar ejemplo al volante.
Que un sacerdote abuse sexualmente de menores es especialmente execrable. ¿Por qué?
Porque no solo se da la circunstancia de que un sacerdote es alguien que se dedica a aconsejar, a influir moralmente en las personas, sino que aprovechándose de ello, utilizan su cargo para acercarse a menores y abusar sexualmente de ellos. Y aún tiene un peor matiz si analizamos que su voto le hace tener prohibido relaciones sexuales con adultos y se dedican a tenerlas con menores… es evidente que es mucho peor la falta que la de un albañil…
Los sacerdotes tienen unas series de obligaciones inherentes que se pueden dividir en:
- Instruir a sus fieles en las verdades de la fe. No puede un sacerdote conservar su ministerio si, con sus actos, opone este principio y si sus actos son contrarios a la moral cristiana.
- Administrar los sacramentos a los fieles. Es a todas luces escandaloso que haya sacerdotes con una vela a Dios y con otra al Diablo, en su pecaminosa y contradictoria vida privada.
- Fomentar la observancia de las leyes de Dios y de la Iglesia. No creo que estos pervertidos con sotana, tengan vida contemplativa religiosa y, que ni siquiera conciban la creencia en un Dios omnisciente y eterno que habrá de juzgar con justicia nuestros actos.
Mi posición es clara. Los que tantas normas morales dictan son los primeros que han de callar. Que el Papa utilice su libertad para decir, o un cura explicar, o un obispo expresar sus convicciones morales, de acuerdo. Pero si un parlamento aprueba unas series de leyes que permite que otros que no piensan como ellos, estos señores no deben decir que se está contra ellos. Señores, esto es democracia y no esa Edad Media que seguro les gustaría instaurar.
