Cuestión de huevos. Los machos de los mamíferos, incluido el hombre, presentan una aparato reproductor curioso. ¿Dónde se encuentran localizados los testículos?
Con lo importantes y sensibles que son no es lógico encontrarlos colgando blanditos. Se esperaría verlos muy protegidos en el interior del cuerpo tal y como están los ovarios femeninos. Pero no. Los testículos están en el exterior, dentro de una bolsa que no confiaría mucho yo en ella. En el caso de hombre, al estar erguido expone aún más estas preciosas joyas a cualquier daño.
A grandes rasgos, el aparato reproductor masculino de los humanos está compuesto por los testículos y el epidídimo, encargados de formar y almacenar los espermatozoides. De ellos parten los conductos deferentes que conduce el semen hacia las vesículas seminales y los conductos eyaculadores. Éstos últimos conectan con la uretra que conduce el semen hacia el exterior a través del pene. La próstata, unida a las vesículas seminales, produce parte del líquido seminal que protege a los espermatozoides.
Huevos revueltos
Así que, a pesar de encontrarse muy cerca de la uretra, los conductos deferentes hacen un recorrido complicado de más de 40 centímetros rodeando la vejiga y volviendo por detrás de regreso a la uretra. En su camino se enredan con los uréteres convirtiendo la ruta que han de recorrer los espermatozoides en una larga y tortuosa expedición.
Lo más absurdo es que, inicialmente, los testículos se forman en el interior del del embrión. Pero no permanece ahí. Descienden durante el desarrollo embrionario hasta colocarse en el escroto, provocando la elongación y sinuosidad de los conductos deferentes. Esta migración tiene lugar en la mayor parte de mamíferos, excepto en elefantes y cetáceos, donde permanecen en el interior.
Si pensáramos en un ser omnipotente creador no lo podríamos calificar de inteligente pues es difícil que pudiera explicar el porqué de esta estructura tan enrevedada del aparato reproductor masculino, así como la sensible y peligrosa ubicación de los testículos.
Sin embargo. La biología evolutiva da una explicación a esta rebuscada configuración. A diferencia de nuestros predecesores los reptiles, anfibios y peces, los mamíferos han desarrollado un sistema para mantener la temperatura del cuerpo constante y relativamente elevada. En el caso del ser humano la temperatura media corporal es de 37 ºC. Esta temperatura es óptima para las reacciones químicas que tienen lugar en el organismo. De esta forma, aves y mamíferos pueden funcionar en entornos imposibles para los anfibios o los reptiles, asegurándoles una estabilidad bioquímica considerable.
Pero como no suele haber pro sin contra en muchos mamíferos la temperatura corporal que resulta ideal para los procesos bioquímicos no es la más eficiente para la creación de esperma. En el hombre, el punto óptimo está en los 36ºC, aproximadamente un grado por debajo de la temperatura del cuerpo.
¿Qué alternativas existen para resolver el problema?
- Reducir la temperatura corporal,
- Aumentar la temperatura óptima de desarrollo espermático,
- Refrigerar de alguna forma los testículos
Si hubiera un diseñador inteligente no habría hecho tal chapuza, sin embargo, la evolución no puede elegir la mejor solución posible y sí mostrará aquellas variaciones que por cualquier motivo resulten más beneficiosas que la conformación anterior. Los mamíferos con testículos externos no han producido ninguna variación enzimática que funcione mejor a mayor temperatura. Algo que, sin duda, hubiera sido muy sencillo para nuestro imbatible diseñador inteligente.
Las aves sí consiguen desarrollar sus espermatozoides a la temperatura del cuerpo (que ronda los 40ºC de media), manteniendo sus testículos en el interior de la cavidad abdominal. Los mamíferos tuvieron una adaptación más chapucera sacando los testículos al exterior y dejarlas colgando de una bolsa. Pero para este descenso no se «eligió» la mejor ruta posible sólo las que han ido apareciendo mediante modificaciones al azar. Así, el descenso testicular se ha producido por una vía que deja colgados los conductos deferentes de los uréteres y que les obliga a recorrer un largo camino se subida, retroceso y bajada hasta la uretra.
Como suele ocurrir frecuentemente, las soluciones chapuzeras generan otros problemas. Si hay bajas temperaturas en el ambiente, los testículos pueden enfriarse demasiado y para solucionar este inconveniente el tejido muscular del escroto se contrae con el frío de forma involuntaria aproximando los testículos al cuerpo para aportarles calor. Por el contrario, ante elevadas temperaturas, la musculatura escrotal se relaja para separar las gónadas del calor corporal.
Muy complicado el camino elegido para la creación de esperma:
- Conductos retorcidos y largos
- Vulnerabilidad testicular
- Movimientos de compensación para regular la temperatura
- etc.
Pero no hemos de extrañarnos. Esto normal en la naturaleza. Suele conformarse con los beneficios que superan a los inconvenientes por los pelos…
«Huevo» poco inteligente
