Es cuando se rechaza una generalización alegando excepciones irrelevantes.
¡Mira esa desnaturalizada! para que luego digan que las madres aman a sus hijos.
Como hemos tratado antes, las reglas generales no se invalidan señalando excepciones, sino demostrando que éstas conforman la mayoría de los casos.
Es una falacia muy extendida donde el adversario intenta llevarse el debate a los cerros de Úbeda o, al menos, concentrar la atención en los aspectos que sólo a él interesan (excepciones y casos particulares). Es un recurso muy fácil porque nunca faltan árboles que contradigan la orientación general del bosque. Es una argucia muy socorrida porque entorpece la discusión y distrae al adversario con detalles nimios. Es una artimaña fecunda porque contribuye mejor que ninguna otra a degradar un debate que no se puede ganar, a falsearlo y a confundir al auditorio. Verbi gratia:
- – Mi partido no se ha mezclado en ningún caso de corrupción.
- – Pues han procesado al alcalde de Torrepureza y es de tu partido.
- – Eso fue una excepción, un abuso personal, y no implicó a mi partido.
- – Pues era un miembro de tu partido, ¿o es que le habían dado de baja?
- – Era de mi partido, pero eso no…
- – Yo lo que digo… etc.
Se combate esta falacia desnudando la intención y distinguiendo con claridad entre las excepciones y la regla. Como este sofisma desvía la atención hacia los detalles para eludir el problema en disputa, podemos considerarla una variedad de Eludir la cuestión. Como pretende sustituir una regla general por otra basada en las excepciones (las madres no aman a sus hijos), debemos incluirla entre las falacias de Generalización precipitada.
Otras falacias que acompañan a las generalizaciones son: Conclusión desmesurada, Falacia del Embudo, y Falacia del Secundum quid.