Ya está bien. ¿Cuánto tiempo más hemos de aguantar hasta que se rompan los acuerdos con la Santa Sede?
Hay quien piensa que la Iglesia siempre ha sido esta maquinaria de manipulación de conciencias y apego al poder que sin disimulo despliegan en España, pero la realidad es que cuando se crearon las primeras comunidades de cristianos nada hacía presagiar que el Vaticano se convertiría en uno de los mayores motores del odio y las guerras a lo largo de Europa.
Todo parte de una mentira que el papado, por entonces, presentó como prueba de la libre voluntad del emperador romano que decidiría donarles todo su imperio. Me refiero a lo que se conoce como «la donación de Constantino» que se descubrió apócrifo en 1440 dejando al descubierto que todo el entramado «legal» en el que se basaba la Iglesia para quedarse, a la vez, con lo que era del César y de Dios, era una falsificación de los roucos de entonces.
Siempre que se abre la puerta al debate sobre un estado laico, las sotanas del poder pervierten el concepto para presentarlo como lo que no es: un ataque al cristianismo. Ningún estado pretende ilegalizar el cristianismo ni desacreditarlo. El problema viene cuando aquellos que se presentan como representantes de Cristo en la tierra se aprovechan de la fe de amplios sectores sociales para utilizar la religión como instrumento para influir en la política y en el rumbo de ciertos gobiernos que se pliegan a los intereses de las sotanas.
¡Basta ya!
Desde que Franco murió, en España se empezó a producir un proceso de secularización que ha ido cristalizando entre los españoles. Es cierto que una amplia mayoría se confiesa cristiano, pero no va a misa. Es decir, que las sotanas han perdido influencia directa en los ciudadanos porque en nuestro país el catolicismo que tenemos es «nominal». ¿Qué actitud tomó la iglesia ante este declive en su poder? Buscó penetrar o formar a los que llegarían a las élites del poder en España para que, de esta manera, legislaran y pusieran el poder democrático al servicio de los intereses de la conferencia episcopal. Es decir, los obispos cambiaron su estrategia marco social a una micro elitista que, a la vista está, tan buenos resultados les están dando.
Yo no sé si en el resto de Europa los obispos de cada país son tan impresentables como en el nuestro, lo veo difícil. Aquí lo mismo te encuentras con el de Tenerife que justifica la pederastia porque «los niños provocan», que escuchas la homilía televisada por TVE donde el obispo de Alcalá denigra a los homosexuales.
¿Qué quedaba por ver? A la sotana más siniestra de toda nuestra historia democrática amenazando a los españoles con una nueva guerra civil en el funeral ¡de Adolfo Suárez! Claro que ya ha salido el PP a decirnos que no hemos interpretado bien las palabras del monseñor. Pero no, la verdad es que las hemos interpretado y demasiado bien.
No existe ni en la Biblia ni en ningún evangelio el fundamento teológico que justifique la obsesión patológica de la iglesia por el poder. Cristo le dio a San Pedro las llaves del cielo, pero no de la del consejo de ministros. Incluso históricamente la iglesia ha estado implicada en los episodios más negros de nuestro pasado más reciente, tanto como españoles o como europeos. A Hitler, sin ir más lejos, lo bendijeron, y a Franco lo paseaban bajo palio.
No aceptemos lecciones de moral de aquellos que sirviéndose de la palabra de Dios se aprovechan de los hombres en vez de servir a los hombres gracias a la palabra de Dios.
Basta ya
