Las falacias del ataque personal son un grupo de falacias que desvían la atención del asunto que se discute hacia el adversario o sus circunstancias.
Cuando se quiere defender decisiones basadas en conjeturas, tiene mucho valor persuasivo el prestigio de la persona que hace la propuesta. En los casos dudosos, concedemos la razón más fácilmente a los que confiamos, sean médicos, asesores fiscales, queseros o políticos.
- Un razonamiento que viene de gente sin ser famosa y ese mismo razonamiento, pero que proviene de alguien famoso, no tienen igual fuerza.
Esa es la fuerza de un político, pero también su punto vulnerable. La difamación es tan frecuente en la vida pública porque los políticos necesitan arruinar el crédito moral de sus adversarios. En un dirigente sin prestigio los argumentos parecerán argucias, las emociones farsa, y la sinceridad, hipocresía. Por eso, la batalla por la propia imagen y el desprestigio de la ajena, cobra tanta importancia.
Hay dos argumentos falaces que atacan directamente al adversario: la Falacia ad hominem y la Falacia del Muñeco de paja. El primero se limita a descalificarlo como persona y el segundo forja un oponente imaginario fácil de tumbar.