Recuerdo que a los 20 años no difundía el que yo era ateo. Incluso, en las pocas ocasiones en las que expresé mis dudas sobre las creencias religiosas, me definía como agnóstico intentando no contrastar demasiado con el interlocutor de turno. Mi descubrimiento de Richard Dawkins con El relojero ciego y, sobretodo, El espejismo de Dios, …