A lo largo de los años cualquier racionalista se habrá visto inmerso en multitud de discusiones sobre el eterno debate entre ciencia y religión con creyentes del más diverso pelaje, desde los fundamentalistas bíblicos hasta los más moderados y abiertos miembros de la grey religiosa. Pero sea cual sea el nivel de profundidad religiosa del interlocutor, queda siempre la sensación de haber sido estafado respecto a los términos de la discusión.
Y esto es así porque cuando un creyente al hablar sobre ciencia (ya sea en una charla de bar, en un foro de internet o dejando comentarios en una web) utiliza argumentos religiosos, digámoslo coloquialmente, está usando “cartas marcadas” ya que por supuesto él ya tiene una seguridad inamovible (puesto que es creyente) en su particular verdad revelada. Y esta verdad absoluta será puesta siempre por encima de cualquier evidencia que se le muestre en su contra por muy contundente que esta pueda llegar a ser. Y generalmente en este tipo de situaciones, no pasa mucho tiempo hasta llegar a un callejón sin salida por muy paciente y lógico que uno sea presentado argumentos racionales o pruebas experimentales en defensa de la tesis científica en cuestión. Y lo mismo ocurre cuando se muestran al creyente los evidentes errores que se derivan de pensar que, unos profetas básicamente iletrados de la más remota antigüedad poseen algún tipo de conocimiento relevante para nuestra actual sociedad hiper tecnológicamente desarrollada. Como comentó el famoso personaje del Dr House en una de sus lapidarias y ya célebres citas:
Si se pudiera razonar con la gente religiosa no habría gente religiosa.
Además todavía hay un detalle fundamental que me indigna en este tipo de situaciones. Los religiosos pueden tener formación científica o no, saber mucho o desconocer datos científicos particulares, pero lo que ellos siempre “saben” con total seguridad es que la ciencia en el fondo es errónea, porque muchas veces contradice aquello que sus libros sagrados (emanados de una divinidad omnisciente no lo olvidemos) les ha revelado. Y en este punto hay que entender que esta ignorante creencia es ofensivamente insultante para los que dedican su vida a la labor científica o los que somos conocedores por vocación de los avances que se producen.
Discusiones de creyentes religiosos
Porque estos individuos (desde la superioridad que les confieren sus púlpitos, imaginarios o reales) están pregonando a los cuatro vientos sin pudor, que la más poderosa herramienta que ha ideado la mente humana para entender la realidad y quizás la única de la que disponemos en la actualidad para nuestra propia supervivencia como especie: el método científico, es errónea.
Así en una situación equivalente ¿Cómo sería tratado un individuo incapaz de leer y escribir correctamente que dijera en un foro sobre literatura que Cortázar o Cervantes son basura mientras se vanagloria de su analfabetismo? ¿O un personaje que escribiera un comentario en una web especializada en ingeniería que aunque no sabe nada de las matemáticas más elementales, él considera que el puente Golden Gate de San Francisco es una chapuza de diseño? ¿Alguien puede pensar que en esas condiciones hay que ser tolerante con las opiniones y respetar tamaños despropósitos? Entonces ¿porqué hay ser más condescendientes con la prepotente ignorancia anticientífica religiosa que con el resto de las ignorancias?
